domingo, 10 de diciembre de 2017

"Picasso y Rivera: Conversaciones a través del tiempo"

4 comentarios:

  1. partir de la exposición "Picasso y Rivera: Conversaciones a través del tiempo", este programa explora la vida y el desarrollo de las trayectorias artísticas de Pablo Picasso y Diego Rivera, su mutua influencia y su relación con elementos históricos y míticos. La exposición es organizada por Los Angeles County Museum of Art (LACMA) y el Instituto Nacional de Bellas Artes, con el apoyo de la Secretaría de Cultura, de México, y la colaboración de museos y coleccionistas nacionales y extranjeros. El programa "Picasso y Rivera: Conversaciones a través del tiempo" fue grabado en las instalaciones del Museo de Arte del Condado de Los Angeles (LACMA), donde se exhibió previo a su arribo al Palacio de Bellas Artes en la Ciudad de México. En los cinco ejes temáticos propuestos por el equipo curatorial se exploran sus inicios, el cubismo y el regreso al orden; y dos más dedicados por separado a cada uno de los pintores. El programa también da cuenta de las características particulares de la exhibición, la cual muestra en paralelo a la obra de Pablo Picasso y Diego Rivera, piezas del arte clásico griego, ibérico y prehispánico. Tanto en el caso de las obras de los pintores como en el de las piezas clásicas, algunas llegan por primera vez a América y otras nunca habían salido de los museos y colecciones que las resguardan; otras más se exhiben por primera vez al público. Picasso y Rivera: Conversaciones a través del tiempo, cuenta con la participación de expertos como Michael Govan, Diana Magaloni, Juan Coronel y Miguel Fernández Félix.
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  2. La anécdota que desata la narración de una novela puede ser mínima, tal vez es sólo una sensación, y recobrar ese instante evoca una investigación interna que requiera varios libros. Las exposiciones de arte pueden detonarse con una imagen, que obligue a recuperar obras y plantear narraciones, este no es el caso de la exposición Picasso y Rivera: Conversaciones a través del tiempo, en el Museo del Palacio de Bellas Artes. La historia que supone el motivo para montar esta exposición es injustificable e insignificante, las obras de los dos pintores puestas en diálogo o comparación lo evidencian.
    La posibilidad de que Hombre apoyado sobre una mesa de Picasso “copiara” el follaje del Paisaje Zapatista de Diego Rivera, no demuestra nada, ni a nivel artístico ni a nivel anecdótico. En la exposición, y finalmente en los hechos incontrovertibles de la trayectoria de cada artista, es evidente que para Rivera el acercamiento al cubismo fue un ejercicio de estilo, en sus pinturas se aprecia la imposición personal de copiar lo que está de moda o surgiendo como vanguardia para ser de su tiempo.
    En las obras de Picasso el cubismo, como su lenguaje personal y su único camino, está presente antes de que se llame así “cubismo”, el trazo es geométrico desde sus primeros años, los ángulos de los rostros y la composición determinaron su obra. La posibilidad de seguir con esto la tenía Rivera incluso cuando inició sus obras muralistas en México, y no lo hizo, él nunca fue cubista. Las obras de caballete que eran piezas más personales, muchas de ellas retratos, continúan el lenguaje que mantuvo en los muros, no regresó a la experimentación cubista. La obra de Picasso fue una línea estética que exploró y perfeccionó hasta su muerte, el paralelismo planteado por la curaduría no existe. El interés de la exposición está en que a pesar de que las obras cubistas de Rivera no son brillantes, y muchas veces están poco logradas, lo que le dejó estudiar a Braque y a Picasso fue la síntesis en la composición de sus obras, la organización del plano y los elementos narrativos.

    Picasso hizo de ese orden su obra y su búsqueda, por eso no necesitó de abordar “grandes temas”, la mayoría de sus pinturas son naturalezas muertas, retratos, escenas con personajes. El Guernica son rostros y el toro, la tragedia es un sentimiento de terror que invade la obra, el orden es el prodigio que nos permite verlo. Lo de introducir sus “reinterpretaciones de sus culturas originarias” fue una excusa para incorporar más obras, lo vemos en la Suite Vollard, que carece por completo de esa “reinterpretación” y que nunca tuvo ese objetivo, colgada con el Popol Vuh, es una necedad nacionalista, como lo es el resto de la exposición. La curaduría forzó sus conceptos para imponer la visión actual para curar exposiciones. Los “significados históricos” que le tratan de aportar al arte convirtiéndolo en una nueva demagogia, otra vez el lamento del español robándonos, no le aportan ni a la pintura, ni a Rivera.
    Por Avelina Lésper
    Escritora, crítica de arte
    www.laondadigital.uy

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  3. sábado, 1 de septiembre de 2012
    GUATEMALA: POPOL VUH, PATRIMONIO CULTURAL INTANGIBLE
    En este blog.

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  4. viernes, 12 de julio de 2013
    EL MINOTAURO DE PICASSO, EJE DE LA NUEVA MUESTRA DE LA FUNDACIÓN JUAN MARCH
    El 28 de mayo de 2011
    Marchantes como negociantes en el mercado del arte
    25 de abril de 2012

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