viernes, 8 de diciembre de 2017

Catalina Badea: "Salomé como ultramujer: Nietzsche y Oscar Wilde".

Klimt-Salomé
Gustave Moreau- Aparición

7 comentarios:


  1. Giuditta Salome
    Pintado en 1909. Giuditta Salome retrata los poderes primarios de la sexualidad y el amor, tan dominantes en la obra de Gustav Klimt. La femme fatale representada es un símbolo del lado oscuro del atractivo sexual de una mujer. La singularidad de Klimt y el atractivo sensual de su arte han fascinado a muchos amantes del arte.
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  3. Joyas
    Oscar Wilde
    El retrato de Dorian Gray

    Muchas veces pasaba los días clasificando
    y volviendo a clasificado en sus estuches las
    diferentes piedras que había coleccionado
    tales como crisoberilo verde oliva que
    se vuelve rojo a la luz de una lámpara,
    la comofona con sus líneas plateadas,
    El perídoto color pistacho, los topacios rosados
    y amarillentos las nubes de color escarlata
    con sus trémulas estrellas de cuatro puntas
    las piedras de canela de un color rojo
    llameantes, las espinelas naranjas y violeta y
    las amatistas con sus capas alternadas de rubí
    y zafiro. Le gustaba el dorado rojizo de la piedra
    solar, y la blancura perlina de la piedra
    lunar, y el roto arco iris del ópalo lechoso.

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  4. "Si leen el texto de Freud sobre el Presidente Schreber verán que aborda un texto que se llama Antes del Amanecer. como argumento clínico para la comprensión del susodicho Presidente , la función que jugó, en otro de sus pacientes, la prosopopeya de Nietzsche en su Zaratustra que se llama Antes del Amanecer:
    "El día en tanto día, no es un fenómeno, implica la connotación simbólica, la alternancia fundamental que connota la presencia-ausencia sobre lo que Freud hace girar toda su noción de Más allá del Principio del Placer.
    De esta manera, Lacan alude a ese campo de articulación simbólica donde se produce la Verwerfung.
    Estas citas se encuentran en el Seminario III "lAS pSICOSIS", cap XI, dEL RECHAZO DE UN SIGNIFICANTE PRIMORDIAL, PUNTO ii: "eL DÍA Y LA NOCHE"
    Referencias a la obra de Lacan/4

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  5. La Belleza del siglo XIX, con una pizca de horror. La que alberga un deseo perverso que la conduce a la muerte. Anula a la Otra mujer, típica de la Histeria, pues debe ser la única.
    Deseo Dionsíaco,
    "¿Y que odiaba yo más que las nubes y todo lo que te empaña? ¡Y, odiaba hasta mi propio odio, porque te empañaba!
    Tengo ojeriza a las nubes, a esos gatos monteses que van arrastrándose; nos quitan a ti y a mi lo que nos es común: la inmensa e infinita afirmación de las cosas.
    Nosotros tenemos ojeriza a las rastreras nubes, a esos seres de términos medios y de componendas, a esos seres mixtos e indecisos que no saben ni bendecir ni maldecir con todo su corazón.
    El bien y el mal no son más que sombras interpuestas, húmedas aflicciones y nubes de paso.(...)
    ¿Me mandas que me vaya y me calle, porque ahora viene el día?
    El mundo es profundo, y más profundo de lo que pensó jamás el día. No todo puede tener la palabra delante del día. Pero el día viene
    ¡Separémonos pues!
    ¿Oh cielo extendido sobre mí, cielo púdico y encendido!
    El día viene
    ¡Separémonos!
    Así hablaba Zaratustra

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    Gustave Moreau Museo Moreau
    Aparición

    Autor: Gustave Moreau
    Fecha: 1876
    Museo: Museo Moreau
    Características: 142 x 103 cm.
    Estilo:
    Material: Oleo sobre lienzo
    Copyright: (C) ARTEHISTORIA

    Aparición
    Comentario

    Con esta obra Moreau obtuvo la admiración y la repulsa simultáneas de sus coetáneos. El tema es de lo más clásico y conocido: la princesa Salomé ha conseguido la decapitación de San Juan Bautista por la danza que ha interpretado para Herodes. En el cuadro, la cabeza cortada del mártir se aparece a la princesa como un recordatorio de su acto, ante el arrepentimiento de la joven. Todo en el lienzo es fantástico e irreal. Las arquitecturas son transparentes, pintadas mediante incisiones que le dan el aspecto de un grabado. Mezcla elementos budistas, fenicios, bizantinos, románicos, etc. Todo ello para conseguir un efecto decorativo muy recargado, acorde con la idea que se tenía en la época del esplendor de un palacio oriental. Salomé está desnuda, con algunos velos y la corona. Tras ella se adivina la silueta transparente de Herodes, ataviado como un rey persa. La cabeza flota en el aire, chorreando sangre y despojos. Un halo blanquecino la rodea y la aureola en forma de cruz indica su santidad y su anuncio de la llegada de Cristo. Los entusiastas de esta obra fueron los poetas y escritores simbolistas, entre cuyas alabanzas destacan las de Mallarmé, Huysman y Oscar Wilde. Por contra, los críticos de Moreau consideraron que esta visión era la de un loco y es que probablemente Moreau era un fumador de opio, lo que explicaba sus visiones alucinadas.

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