viernes, 20 de enero de 2017

SIMON HANTAï AU CENTRE POMPIDOU

1 comentario:

  1. El discurso epistolar ha sido durante mucho tiempo un sitio para la reflexión sobre el entrelazamiento paradójica - en particular, aunque no exclusivamente, en la medida en letras denotan afectan, pasión - de los cuerpos y palabras, palabras encarna. En las anteriores formas de epistolarity, la importancia relativa de las letras (el estado físico del papel y la tinta, la trayectoria de la carta a través del espacio) reforzó la impresión de la encarnación. Incluso en el medio aparentemente abstracta de correo electrónico de fibra óptica transmitidas, inventamos medios para preservar esta conexión. Cartas nos intriga, ya que en última instancia nos dicen mucho acerca de la escritura y la lectura, como tal. la escritura epistolar es productivo, o "maquínica", en un sentido Deleuziano; supera los intentos de reducir a una función de la ausencia, a un circuito de comunicación uni-dimensional, o a un significado unívoco. En esta lectura, me gustaría explorar "manuscritos ilegibles" de primera Simon Hantaï ellos mismos, entonces los complejos pliegues de la correspondencia, sus cualidades maquínicas y resistencia al cierre, el aspecto físico de las letras, y las cuestiones de reproducibilidad y de lectores que surgen en conexión a la producción de la correspondencia publicada. Por último, voy a mirar la "llegada tardía" en el intercambio, que concluye la carta-ensayo de Derrida en "insinuación".
    La escritura ilegible, es el lazo que une la obra de Simon Hantai con Mirtha Dermisache. El color, rosa, este misterio, para ella misma Son ganchos, que pretenden comunicar algo de una nueva lengua; volver a los jeroglíficos?
    Me sucedió algo especial con la obra de Simon Hantai en el Centre Pompidou no, en la muestra de 2013. Fue anterior. Me encuentro con una obra que me resultó familiar, ya la conocía. Estaba pintada como un fresco en un departamento de esta ciudad de Buenos Aires, al que concurrí con regularidad. Su autora, me habló de la inteligencia de los albañiles, que habían sido capaces de ejecutar su propuesta, sus ideas.
    Grande fue mi sorpresa cuando me encontré el supuesto fresco en el Centro Pompidou, y el nombre de su autor, afortunadamente.

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