jueves, 7 de abril de 2016

BARROCO HISPANOAMERICANO

El Barroco Hispanoamericano

 Publicado por Chus
El estilo artístico barroco irrumpe en los países colonizados cuando los europeos llevan a sus colonias las características del estilo. Pero ningún movimiento artístico queda al margen del sustrato o de la idiosincrasia del lugar en el que se ejecuta, por ello el Barroco colonial va a constituir un caso especial dentro de las características generales del estilo, con un claro predominio del elemento decorativo. Constructivamente va a haber pocos rasgos destacados, tan sólo sobresale por su peculiaridad la decoración y la profusión de la misma.

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De todo el continente, destaca México, donde el Barroco presenta como rasgo más

destacable la influencia del estilo de los Churriguera, además de que pronto el sustrato local se deja notar en la aparición de indígenas, primero como ayudantes y progresivamente como maestros que empezaron a crear sus propios edificios. Así aparece mezclado el estilo llevado por los españoles, con elementos propios de la cultura prehispánica. La destreza de los artesanos locales superaba a la de los españoles, y además, el oro y la plata no tardaron en ser arrancados de sus soportes originales, para ir fundiéndolos poco a poco e irlos integrando en los altares de las iglesias católicas. Elementos típicos del barroco más ornamental, tales como las ménsulas muy resaltadas, la profusión de nichos, los doseles, los cortinajes, las diversas categorías de ángeles volando, los estípites, etc., se desarrollan con profusión en la arquitectura mexicana. Entre los años 1718-1737 Jerónimo Balbás construye “La Capilla de la Catedral” de la Ciudad de México. Dicho artista había trabajado en España, donde realizó el “Retablo del Sagrario” de la catedral de Sevilla, que posteriormente fue destruido por un incendio en el siglo XVIII. En el virreinato de la Nueva España realizó la que se considera su obra más importante, el “Retablo de los Reyes” en la catedral metropolitana de México, inspirado al parecer en el de Sevilla. Se trata de una obra que se estructura a base de calles separadas por estípites (especie de pilar troncopiramidal invertido). El “Sagrario de la Catedral” de México, fue construido por Lorenzo Rodríguez entre 1749 y 1768, que destaca por tener una “fachada-retablo”, además de usar con profusión los estípites, tan queridos en este nuevo estilo. Este tipo de fachada tan profusamente decorada que asemeja un tapiz, constituye un modelo que tendrá bastante repercusión posterior. Son destacables también el “Santuario de Ocotlán”, que constituye un caso único tanto por el tratamiento de las torres como por el material de construcción, ya que se combina el blanco encalado con el rojo de los ladrillos que intercalan azulejos; la “Iglesia y el Santuario de los jesuitas” en Tepotzoplán y la “Iglesia de Santa Prisca” de Taxco del arquitecto Diego Durán.
En Perú sobresale el “Palacio de Torre-Tagle” en Lima, que reproduce una residencia noble andaluza, y al estar revestido de azulejos, tiene influencia de la arquitectura musulmana. “La Compañía o iglesia jesuítica del Cuzco” es notable por su fachada y las torretas que flanquean las cúpulas de las torres, así como además por el retablo central que resultan elementos insólitos.
Cabe mencionar también la “Iglesia del convento de San Francisco” en La Paz, Bolivia, con tres naves con transepto y con cúpula, cuya fachada principal fue decorada entre 1772 y 1748 y, también la “Universidad de San Carlos”, en Antigua, Guatemala.

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2 comentarios:

  1. 8En cuanto a la expresión “L’Amérique latine”, ésta no fue creada de la nada. “Latinoamérica” fue concebida en Francia durante la década de 1860, como un programa de acción para incorporar el papel y las aspiraciones de Francia hacia la población hispánica del Nuevo Mundo.

    9Una de las denominaciones, América, le ha sido arrebatada por los Estados Unidos, no obstante que le correspondía con mayor propiedad. “Para franceses e ingleses del siglo XVIII, dice Arturo Uslar Pietri, Benjamín Franklin era el americano y en cambio un hombre como Francisco de Miranda, que podría encarnar con mejores títulos la realidad del nuevo mundo, era un criollo, un habitante de la Tierra Firme, o un exótico indiano”... A su vez, la expresión Hispanoamericana, nos trae reminiscencias del antiguo imperio español. El concepto de “hispanidad” fue promovido por intelectuales de la España franquista.

    10El término América Latina merece consideración especial, desde luego que es hoy día el más utilizado. Vimos antes que su origen se halla ligado a la expansión capitalista de Francia: fue acuñado por los teóricos del Segundo Imperio de Napoleón III para justificar las intenciones de Francia de servirse de las materias primas y mercados de una región cuya “latinidad” se consideraba suficiente título para reservar a Francia, y no a las potencias anglosajonas, sus posibilidades neocoloniales.

    11Aunque el término haya sido inventado por otros, a los latinoamericanos nos corresponde “inventar” su contenido y darle nuestra propia significación. Si la intención de quienes lo crearon fue subrayar nuestra dependencia y definirla como zona neocolonial del continente, nuestro desafío consiste en utilizar el concepto como expresión de un nuevo nacionalismo que venga a fortalecer la unidad de nuestros pueblos.

    12Al proponernos esta tarea, no haríamos sino retomar los ideales que inspiraron a nuestros próceres, para quienes la idea de americanidad precedía a la de los particularismos nacionalistas. Jamás existió entre nosotros una conciencia más profunda de unidad que en la época de la Independencia. Bolívar nunca pensó que su misión era liberar únicamente a Venezuela o a la antigua Nueva Granada. “Para nosotros, había dicho, la Patria es América”. Y es Bolívar quien mejor encarna esa conciencia a través de su incomparable gesta libertadora y de su malogrado sueño de la Liga o Confederación Americana. Desafortunadamente, prevalecieron los separatismos, inspirados por las clases dominantes, que jamás vieron con simpatía el grandioso proyecto de Bolívar. La ideología democrática y liberal que lo inspiraba era contraria a los intereses de las oligarquías criollas, más preocupadas en conservar sus privilegios locales.

    13A pesar de más de siglo y medio que llevan nuestros países en ensayar, aislados los unos de los otros, su propia vida independiente, la Nación latinoamericana, “subyacente en la raíz de nuestros Estados Modernos, persiste como fuerza vital y realidad profunda”. Aun reconociendo las diferencias, a veces abismales, que se dan entre nuestros países, no cabe hoy día negar la existencia de América Latina como entidad ni las posibilidades que encierra su unidad esencial. Tampoco es válido aceptar su existencia como simple ficción.

    14Por el lado del futuro es donde más cabe afirmar su identidad y unidad, en lo que éste tiene de promisorio para una región en busca de un destino común. Este es el criterio de quienes como Darcy Ribeiro han examinado, desde distintos ángulos, las posibilidades de una América Latina integrada o integrable: “Latinoamérica, afirma Ribeiro, más que una entidad sociocultural diferenciada y congruente, es una vocación, una promesa. Lo que le confiere identidad es fundamentalmente el hecho de ser el producto -tal como se presenta actualmente- de un proceso común de formación que está en curso y que puede, eventualmente, conducir a un congraciamiento futuro de las naciones latinoamericanas en una entidad sociopolítica integrada”.


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  2. La estética básica con que se crean es la del barroco, la que muestra el poder de España. Pero en América el barroco encuentra su propio estilo, gracias a la fusión del nuevo estilo con el sustrato indígena y la tradición mudéjar, como en el Barroco Andino. Tres son los impulsores del barroco en América: la Corona, la burguesía y los jesuitas como representantes de la Iglesia. La arquitectura también fue un vehículo para la evangelización. Los primeros conventos y las primeras iglesias americanas, de estilo renacentista, tendrán aspecto de fortaleza, debido al carácter de frontera de las Indias, como el convento de Acolmán en el valle de Teotihuacán, o el convento de Actopan, en Hidalgo, México. Pero es en los siglos XVII y XVIII cuando se construyeron los mejores ejemplos de la arquitectura americana, sobre todo gracias a las catedrales.
    Edificios[editar]
    En la catedral de México, trabajan Claudio Arciniega y Juan Miguel Agüero, donde trabajó, también, Lorenzo Rodríguez: fachada del Sagrario, y Luis Gómez de Trasmonte: fachada central. La catedral de México se convertirá en el paradigma de la arquitectura colonial. Francisco Becerra levantará la catedral de Puebla según este modelo. A Becerra le debemos los planes de las catedrales de Cuzco, Quito y Lima. Otro de los grandes arquitectos mexicanos es Francisco Antonio Guerrero y Torres: capilla del Pocito, en Puebla, que gusta del colorido brillante de los ladrillos vidriados y la cerámica; además construye numerosas casas señoriales para la burguesía mexicana: palacio de Jaral de Berrio. Su decoración recuerda los motivos aztecas. En Puebla aparece una escuela barroca tan activa como poco conocida. De su mano salieron la Capilla del Rosario (Puebla) y los santuarios de Ocotlán en Tlaxcala, y de San Francisco de Acatepec, dos magníficos ejemplos del rococó mexicano de autor desconocido.

    Cúpula de la Capilla del Rosario
    El barroco en el virreinato del Perú está marcado por el terremoto de Lima de 1746. La ciudad quedó totalmente destruida y de su reconstrucción surgieron los edificios más representativos del barroco. Francisco Antonio Guerrero y Torres trabajó, también, en este virreinato: catedrales de Lima, Cuzco y Quito. También trabaja en Lima el portugués Constantino de Vasconcellos : convento de San Francisco. Este es el monumento arquetípico de la arquitectura limeña. José de la Sida: convento de San Agustín. En Arequipa aparecerá una escuela de fuertes reminiscencias indígenas. Destacan la iglesia de los jesuitas de Diego Felipe, el convento de Santo Domingo y el convento de San Agustín. En Colombia destaca Simón Schenherr , un jesuita de origen alemán: iglesia de los jesuitas de Cartagena de Indias y Popopayán. En Bolivia destaca la catedral de Potosí. Y en Argentina hay que reseñar a Juan Kraus, jesuita de origen alemán: iglesia de San Ignacio en Buenos Aires, y Andrés Blanqui: catedral de Córdoba. Lamentablemente, muchas de las obras americanas, sobre todo si son casas señoriales, son de autor anónimo; como el palacio de los marqueses de Torre-Tagle.

    Interior de la Iglesia de Santa María Tonantzintla
    es.wikipedia.org

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