miércoles, 16 de marzo de 2016

PLANTAS PROCEDENTES DE MÉXICO EN EL JARDÍN BOTÁNICO DE MÓNACO

Cuando oímos hablar de Monte Carlo, un pequeño rincón del sur de Europa ubicado entre la Costa Azul y la Riviera italiana, o lo que es lo mismo, algunos llegamos a pensar que se trata de un destino que está más allá de nuestras posibilidades, algo que probablemente sea cierto. Sin embargo, merece la pena visitarlo para que seamos nosotros mismos quienes lo podamos juzgar.

La historia del Principado de Mónaco revela lo disputado que fue este territorio por algunas de las principales potencias europeas a través de los siglos. Sus antiguos habitantes pertenecían a la familia que provenía de Portus Monoeci, de ahí su actual nombre "Mónaco", un viejo puerto que Hércules construyó bajo el promontorio del territorio conocido como “La Roca”. Siglos después, los Grimaldi se apoderaban de este lugar haciéndose pasar por simples monjes.

Y, hablando de “La Roca” o Le Rocher, el barrio más lujoso de la ciudad, hay que decir que ofrece estrechas y pintorescas callejuelas, plagadas de simpáticos y agradables restaurantes donde poder saborear una cocina de corte francés, o internacional, íntima bajo el calor de las velas, a un precio muy asequible. Aquí, también se encuentran los inmuebles más caros de Monte Carlo, cerca de 43.000.000 de euros (1.250 millones de las antiguas pesetas) es lo que habrá que pagar por una vivienda de 300 metros cuadrados si queremos vivir en este pequeño paraíso. Porque claro, vivir junto a la morada del Príncipe Rainiero III tiene un precio.

Pasear por la zona antigua de la ciudad, rodeados de viejas murallas, hará que conozcamos este bonito rincón de Mónaco. Además, sobre la marcha, podemos admirar el relevo de la Guardia de los Carabineros, que se realiza diariamente en la Plaza del Palacio a las 11:55, en punto.

Un poco más alejado del centro se halla el Jardín Botánico, un exótico y preciado tesoro para esta ciudad en cuyo interior se puede contemplar una amplísima flora subtropical, con siete mil variedades de plantas centenarias procedentes de México, o algunos árboles africanos que llegan a medir hasta quince metros de altura.
 

Museo Oceanográfico


Fue el Príncipe Alberto I quien dotó a Mónaco de los elementos necesarios para darle un carácter todavía más moderno, mandando construir el Museo Oceanográfico, que es uno de los más completos del mundo en su especialidad. Un verdadero santuario que estuvo dirigido por uno de los oceanógrafos de renombre más populares del mundo, el Comandante Jaques Cousteau. Este Museo Oceanográfico es uno de los más emblemáticos y sobresalientes de la ciudad. Una construcción que se erige sobre un acantilado del litoral monegasco, dominando el mar Mediterráneo, y destinado a los “Creadores de la Verdad Científica”.
 

Este Museo es el más antiguo del mundo y uno de los más emblemáticos y sobresalientes de esta ciudad. Entre los mil y un detalles con los que cuenta el Oceanográfico de Mónaco, merece especial atención su Acuario, uno de los más espectaculares de Europa, con cerca de 4.500 peces, distribuidos en 90 estanques panorámicos. Y, en la planta baja encontramos la zona dedicada a la oceanografía zoológica, más conocida como “Sala de la Ballena”, y que está coronada por el esqueleto de un cetáceo de más de 20 metros de longitud. Dicho Museo que permanece abierto todo el año, acostumbra a recibir a más de un millón de visitantes anualmente. A pesar de los problemas de espacio que existen en el Principado, la bahía de Larvotto, donde se encuentra, ha sido declarada parque natural, por lo que está muy protegida a todos los niveles.

 
Pero, esto no es más que una de las mil atracciones que nos ofrece la ciudad ya que, cada día podemos ver espectáculos y exhibiciones de todo tipo, con manifestaciones de la talla del Gran Premio de Formula I, que se viene celebrando desde 1929, en el mes de mayo, al Gran Prix de Tenis, pasando por las diferentes Regatas de Vela y Motor que se desarrollan con frecuencia en su hermosa bahía. En definitiva, que este pequeño territorio que no sobrepasa los 2 kilómetros cuadrados de extensión, ofrece infinidad de posibilidades para amenizar la estancia de quienes lo visitan.

Desde siempre, la cocina monegasca, con especialidades francesas e italianas, ha sido una pasión en el Principado. Los platos a base de pescado y marisco, junto a los de la nueva cocina, merecen la pena. Uno de los diez mejores restaurantes del mundo es el “Le Louis XV”, con tres estrellas de la primera edición de la guíaMichelin, y se encuentra en el Hotel de París. Se trata además de uno de los restaurantes más lujosos y famosos de Europa, y está regentado por el prestigioso Chef Alain Duccase. El mencionado restaurante cuenta con una bodega, con más de 100 años de historia, en donde se guardan algo más de 300.000 botellas entre vinos blancos y tintos, champañas y otras bebidas.


 

Juego y lujo a raudales


Y, ya que hablamos de este gran personaje del mundo de la gastronomía, decir solo que además de este hermosísimo restaurante del Hotel de París, Alain Ducasse regenta otros repartidos por todo el mundo, entre los que destaca el que tiene en la región de La Provenza francesa, uno en Londres, otro en París y tres en la ciudad de Nueva York. Uno de estos restaurantes neoyorquinos, el Adour (www.adour-stregis.com) nombre de un río del país vasco-francés y también de un motor de Rolls Royce), es toda una propuesta de lujo, con un menú que se define como "hecho con el vino en mentey donde además de su extensa carta (con muchas opciones de vinos por copa, algunas a precios asequibles), cuenta con un pequeño mostrador interactivo a la entrada donde explorarla, y una mesa en un salón semiprivado, dotada del mismo sistema.

Volviendo a Monte Carlo hay que decir que en esta ciudad hay bastantes más cosas que hacer que comer en sus restaurantes, dormir en alguno de sus lujosos hoteles, o relajarse en los confortables balnearios. Aquí también se puede probar fortuna en el famoso Casino, al que se recomienda entrar aunque sólo sea para conocerlo por dentro. Se trata de un lugar donde es posible ganar o perder un jackpot de 20 o de 50 millones de euros en una mesa de black-jack en menos que canta un gallo, aunque nos encontremos sentado junto al hombre "negro" de Martini, o al mítico agente 007. Aunque también será posible desbancar en la ruleta al crupier de turno, aunque esto último sea bastante más difícil que lo anterior.
 

Y como soñar no cuesta casi nada, ¡porque no tener una auténtica aventura con alguna millonaria, o millonario, que se precie, cuyo reluciente Rolls-Roice se encuentra seguramente aparcado en la entrada del Casino para transportarnos hasta su lujoso yate donde podríamos finalizar nuestra velada, eso sí, brindando con una copa de champagne o, por qué no, de cava!

Pues bien, esto y mucho más es algo de lo que podremos hacer en "la Cenicienta de la Riviera", cuando visitemos este bello rincón del Mediterráneo. Una ciudad como hay pocas en el mundo donde alardear, y compartir a la vez, el resplandor de sus hoteles y restaurantes, de sus tiendas y boutiques de lujo, de sus clásicos y modernos edificios que evocan el pasado de otras épocas, algunos de los cuales son fieles testigos a la hora de saborear los placeres embriagadores de la vida, donde seguramente Monte Carlo sería la guinda de un gran pastel que bien podría tratarse del propio Principado de Mónaco.
 

Datos de interés


Para entrar en Mónaco solo se necesita el DNI. La compañía Air France (Tel: 913300440) vuela diariamente desde diferentes ciudades españolas hasta el aeropuerto de Niza, situado a tan sólo 22 kilómetros del Principado. Una vez aquí es posible continuar en coche o helicóptero (Heli-taxi Air Mónaco, Tel: 92050050) hasta Monte Carlo. La ciudad ofrece un clima seco y caluroso durante el verano, mientras que el invierno tiene unas temperaturas benignas y calurosas.
Direcciones:

1 comentario:

  1. A veces quedan ocultos por la densidad urbana pero los jardines de Mónaco están entre los más prestigiosos del mundo. El oro verde del Principado se expresa en su faceta de jardines. Lo que más llama la atención cuando llegamos a Mónaco es la densidad del tejido urbano y sin embargo, si nos fijamos en las azoteas, entre las casas, la presencia vegetal es omnipresente. Sin hablar de los jardines, algunos de fama internacional. Empezamos por la Rosaleda Princesa Grace completamente renovada en su 30 aniversario. Está abierta al público las 24 horas. Desde que entramos en este jardín es imposible resistirse al hechizo de su fragancia. Hay mucho que ver. Nada menos que seis mil rosales clasificados por temas comparten cinco mil metros cuadrados. La idea es permitir que el visitante se acerque lo más posible. El responsable adjunto del departamento de planificación urbana de Mónaco, Jean-Jacques Pinotti, explica: “Hemos creado, entre cada macizo de rosas, pequeños caminos que serpentean en medio de los rosales. Hemos tratado los senderos con material de reciclaje, huesos de melocotón”. La rosaleda está catalogada como Espacio Vegetal Ecológico. Pinotti asegura: “no usamos productos químicos, usamos esencialmente auxiliares biológicos, mariquitas, sírfidos, arañas y a nivel de tratamiento de enfermedades usamos la homeopatía”. Algo que vale para todos los jardines y espacios públicos del Principado. Y para tratar las grandes palmeras sin necesidad de bloquear el tráfico están los drones que levantan el vuelo en auxilio de los jardineros. El cultivo de los jardines se desarrolló en Mónaco con el turismo a principios del siglo XX. Inagurado en 1933, el Jardín Exótico debe su creación a un jardinero monegasco, Augustin Gastaud, para las plantas crasas o suculentas. El responsable del Jardín Exótico Jean-Marie Solichon recuerda que “son las plantas que tienen un órgano hipertrofiado, que es un órgano para el almacenamiento de agua. Todavía tenemos las plantas, una parte de las plantas de Augustin Gastaud. Es lo que le da su originalidad al Jardín Exótico, estas plantas que son más que centenarias. Estos hermosos cactus dorados llevan el nombre de cojines de suegra. La verdad es que no es una planta que sea muy acogedora. Nuestros colegas estadounidenses son algo más simpáticos que nosotros porque las llaman toneles dorados, lo que es bastante más poético”. El Jardín exótico asegura también su papel como conservador botánico y difusor de especies por todo el mundo. Nos vemos con Jean-Jacques Pinotti en otro jardin exótico, el Jardín Japonés. Fue creado a principos de los años noventa bajo la tutela del paisajista japonés Yasuo Beppu. Para Pinotti “el paisajista Beppu encarna, sigue y aplica los principios y las enseñanzas de las escuelas de Kyoto. Es el reino de los mitos, de las leyendas, de las referencias religiosas. El paisajista ha querido integrar en su jardín una referencia al Mediterráneo y a Mónaco. Y si es posible un viejo arbol para la noción de paso del tiempo, de tradición, de transmisión del saber entre generaciones, algo que en Japón y en el jardín japonés se presenta de una forma muy vital”. Todo ha sido calibrado al milímetro, desde la forma de las plantas a la disposición de rocas y piedras. El japonés que venga a esta jardín tendrá la impresión de estar en su casa. En Mónaco la jardinería es asunto de cada cual. Si los promotores inmobiliarios tienen la obligación de convertir cada nueva azotea en jardín, los habitantes del principado se dedican a las plantas con verdadera afición. Es el caso de una familia monaguesca que nos recibe en su ático. Aurélie nos dice: “Ha sido mi suegra Brigitte la que ha creado esto de arriba a abajo esto, lo ha hecho todo. Por ejemplo, tenemos tomates y uvas bio. No hay más que plantas de la zona; tenemos olivos, muchos cactus que no necesitan gran atención. Los jardineros vienen cada dos o tres meses. Es muy importante tener un espacio exterior en Mónaco para compensar un poco toda esta urbanización”.

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