martes, 6 de octubre de 2015

Edvard Munch. Arquetipos

4 comentarios:

  1. El Museo Thyssen-Bornemisza, con la generosa colaboración del Munch Museet de Oslo, presenta la primera exposición dedicada al artista noruego en Madrid desde 1984. Comisariada por Paloma Alarcó, Jefe de Conservación de Pintura Moderna del Museo Thyssen-Bornemisza, y Jon-Ove Steihaug, Director de colecciones y exposiciones del Munch Museet, Edvard Munch. Arquetipos explora la aportación del pintor a la historia del arte moderno, que lo convierte en uno de sus padres junto a Paul Cézanne, Paul Gauguin y Vincent van Gogh.

    El recorrido de la exposición reúne un amplio catálogo de arquetipos emocionales y obsesiones existenciales del hombre contemporáneo, como melancolía, amor, deseo, celos, ansiedad, enfermedad, o muerte. Las nueve secciones en las que está subdivida se articulan alrededor de la representación de la figura humana en diferentes escenarios, como la costa, la habitación del enfermo, el abismo, la habitación verde, el bosque, la noche, o el estudio del artista; y en cada una de ellas se combinan obras tempranas y versiones tardías, pinturas y obra gráfica para subrayar la circularidad temática de la producción de Munch. La radicalidad de su lenguaje plástico se revela a su vez en el juego entre las formas planas y sinuosas, en la deformación expresiva del cuerpo, en el color simbólico, o en la utilización de texturas y técnicas experimentales de grabado, con lo que Munch exploró las relaciones entre los signos externos del mundo físico y la dimensión espiritual oculta de la realidad.

    La larga y prolífica carrera de Munch, que continuó creando hasta su muerte en 1944, está representada a través de ochenta obras, la mitad procedentes del Munch Museet, y otras tantas de museos europeos y norteamericanos como el Nasjonalmuseet de Oslo, la Tate, el Städel Museum de Frankfurt, la Kunsthaus de Zúrich o el MOMA de Nueva York. www.thyssen.org

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  2. El grito pintado es mudo por definición, queda atascado en la garganta; la abertura negra carece de la voz que la ablandaría, la llenaría, la dotaría de sentido, de ahí que su resonancia sea mayor. No sólo nosotros no podemos oír el grito, sino que además el homúnculo, la extraña criatura que grita, tampoco puede oírnos a nosotros; él/ella/eso carece de oídos, no puede alcanzar a nadie mediante el grito, ni se lo / la puede alcanzar.
    Si la desacusmatización planteaba el problema de atribuir la voz cuya fuente está oculta, tenemos aquí el problema opuesto: una fuente de voz a la que no se le puede asignar ninguna voz, pero que por eso mismo representa con más razón la voz. Quizá debería relacionarse la pintura de Munch con la ópera deSchönberg, Erwartung (1908); quizá podamos oír el grito de la criatura en el alarido de la mujer histérica en medio de la noche, en esa antivoz, en el intento de Schönberg de privar a la voz de su aura de fetiche (9). De una y otra, del vínculo oculto entre ambas, se sigue todo el programa del modernismo: se funda en el supuesto de que tiene que haber un objeto que no sea un fetiche. Podemos recordar aquel manifiesto modernista que fue el famoso ensayo de Adorno "Über den Fetischcharacter in der Musik und die Regression des Hórens" (1938, incluido más tarde en Disonancias, 1956): "Sobre el carácter fetichista en música y la regresión de la escucha".
    Podemos extraer de ahí una conclusión paradójica: en última instancia, la desacusmatización no existe. La fuente de la voz nunca puede ser vista, surge de un interior secreto y estructuralmente oculto, no se corresponde en modo alguno con lo que vemos. Esta conclusión puede parecer extraordinaria, pero se la puede relacionar incluso con la experiencia cotidiana más banal: siempre hay algo por completo incongruente en la relación entre el aspecto de una persona y su voz, antes de que nos adaptemos. Es absurdo, esta voz no puede surgir de este cuerpo, no suena en absoluto a esta persona, o esta persona no se parece en nada a su voz. Cada emisión de voz es en esencia ventrilocuismo.El ventrilocuismo pertenece a la voz en tanto tal, a su carácter inherentemente acusmático: la voz viene desde adentro del cuerpo, del vientre, del estómago... desde algo que es incompatible con la actividad de la boca, e irreductible a dicha actividad. El hecho de que veamos la abertura no desmitifica a la voz; por el contrario, realza el enigma.
    Una brecha insalvable separa para siempre el cuerpo de “su” voz. La voz exhibe una autonomía espectral, nunca pertenece del todo al cuerpo que vemos, de modo que aun cuando vemos hablar a una persona viva, siempre hay un mínimo de ventrilocuismo en ello: es como si la propia voz del hablante lo vaciara y de algún modo hablara "por sí misma" a través de él (Zizek, 2001, pág. 58).
    Los ventrílocuos suelen exhibir su arte sosteniendo un muñeco de donde se supone que surge la voz (¿recuerdan a Michael Redgrave en Dead of Night?). Le ofrecen, a la voz que no puede ser ubicada, la ubicación en un muñeco, un asidero para la desacusmatización. Pero supongamos que somos nosotros el muñeco (¿la marioneta turca?), mientras que la voz es el enano, el jorobado que se oculta en nuestras entrañas...En este blog el 2 de abril de 2011

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  3. MARTA GARCÍA MIRANDA MADRID 05/10/2015 - 15:50 CET
    "Yo no pinto lo que veo, sino lo que vi', dijo Edvard Munch, un pintor que se vanagloriaba de diseccionar las almas, marcado por la muerte de su madre y su hermana a causa de la tuberculosis, y con un padre cristiano radical.

    Munch se entregó a la bohemia, al alcohol y la absenta, vivió en París y en Berlín y, aunque al principio su obra no fue entendida, murió a los 81 años con gran reconocimiento. Esta muestra, 'Edvard Munch. Arquetipos' reúne 80 de sus obras, divididas según sus arquetipos emocionales y obsesiones existenciales: el amor, el deseo, la ansiedad, el pánico, la enfermedad o los celos.

    No está 'El Grito', pero sí una litografía de su famoso cuadro, y también sus 'mujeres vampiro' y su hermana Sophie, en las múltiples versiones de 'La niña enferma'. Y en la sección titulada Amor, la serie de 'El beso' y el 'Autoretrato del artista y la modelo', desde el que Munch nos mira fijamente mientras parece decirnos: "En mi arte he intentado explicarme la vida... y su sentido".

    Comisariada por Paloma Alarcó y Jon-Ove Steinaug, la muestra pretende liberar a Munch de muchos de los estereotipos a los que se ha visto sometido a lo largo del tiempo, para mostrar al artista noruego y su obra no sólo como un símbolo universal de la angustia y la alienación del hombre moderno sino, sobre todo, como un creador esencial en la formulación de la sensibilidad artística contemporánea.

    cadenaser.com

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  4. Edvard Munch: El hombre y la mujer en la playa, 1907
    'La salvación vendrá de simbolismo' declararon Munch. "Con esto quiero decir arte donde el artista somete la realidad a su gobierno, lo que sitúa el estado de ánimo y el pensamiento por encima de todo y sólo utiliza la realidad como un símbolo." Esta imagen onírica es mucho más acerca de las cifras que el paisaje, apestando a inquietud, depresión y confusión tácito
    Museo Munch / Munch-Ellingsen Grupo / DACS 2012 En este blog el 9 de agosto de 2012

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