viernes, 4 de septiembre de 2015

NocheyNiebla2.mp4

2 comentarios:


  1. A pesar de esto resulta evidente que el film que trabaja con hechos que han pasado, con materiales del pasado (material de archivo, lugares y memoria) opera, en el presente, con esos materiales. Las tomas de archivo son seleccionadas y montadas en el presente, el lugar antiguo es filmado hoy, y la encuesta realizada también hoy, plantea los mismos problemas que el acontecimiento que está sucediendo. La encuesta es, por otra parte, un elemento que caracteriza al documental y que lo diferencia radicalmente de la ficción. Es por eso que cuando un film de ficción quiere imitar a una película documental coloca frecuentemente a algún personaje hablando a cámara.

    Además creo que no solamente los films documentales no pertenecen a una especie de género, con normas repetitivas, sino que ni siquiera los films documentales que muestran hechos pasados, ni siquiera esta categoría de film documental, pertenecen a un género. Ya he mencionado dos films documentales que tienen prácticamente el mismo tema: el exterminio de los judíos por parte de los nazis. Me refiero a Shoah y a Noche y niebla.

    (...)En el interior de un mismo tipo de film documental (el que cuenta hechos de] pasado) y aún de films que desarrollan el mismo tema (el exterminio de los judíos), las decisiones tomadas por sus realizadores han hecho que nos encontremos ante dos films radicalmente diferentes: uno dura 30 minutos, el otro 9 horas y media; uno tiene encuestas de los que escaparon de la masacre, o que participaron en la masacre o que presenciaron la masacre, y el otro film no. Uno tiene imágenes de archivo, y el otro no. Uno tiene un texto dicho por un locutor en off y el otro no. Uno tiene música y el otro no. Comparten (además del tema y de ser ambos documentales) la filmación, hoy, de los lugares en los que funcionaron los campos de concentración. Y eso es todo. (...)
    www.catedras.fsoc.uba.ar Raúl Beceyro Sobre cine documental

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  2. Resnais era la encarnación misma del cine francés, capaz de aunar una “inmensa popularidad con una notable exigencia artística”, según destacó en la radio pública la ministra de Cultura, Aurélie Filippetti. “Siempre estaba allí donde no se le esperaba (…) Incluso a los 91 años sabía abrir nuevas vías”, añadió, en referencia a su último trabajo. “Francia ha perdido a uno de sus mayores cineastas”, lamentó por su parte el presidente François Hollande. “Recibió todas las distinciones y todos los premios. Pero lo que contaba para él, siempre era la próxima creación”, concluyó.


    Alain Resnais y Ellen Burstyn en el rodaje de 'Providence'.
    “Alain ya no está, somos todos huérfanos: el cine francés, el cine a secas”, reaccionó Gilles Jacob, presidente del Festival de Cannes, que recompensó al director en 2009 por el conjunto de su carrera, aunque nunca llegó a darle la prestigiosa Palma de oro. “Se ha pasado la vida buscando y encontrando. Está vivo”, añadió Jacob, quien reclamó unos funerales nacionales para el director, al igual que hizo Italia cuando murió Fellini. De no hacerlo, sería “un abandono de gloria”.

    Alain ya no está, somos todos huérfanos: el cine francés, el cine a secas”, reaccionó Gilles Jacob
    Nacido el 3 de junio de 1922 en Vannes, en la Bretaña francesa, donde su padre era farmacéutico, se inició adolescente al arte cinematográfico. Con tan solo 13 años realizó su primer corto metraje y en 1943 se inscribió en el IHEC, la escuela de cine, en la sección de montaje, una disciplina cuya maestría demostró primer en sus sucesivos cortos, como Van Gogh (1948), premiado con un Oscar, Guernica (1950), Les statues meurent aussi (1953) y le Chant du styrène (1958). Culminó con el documental La noche y la niebla (1956), verdadero pistoletazo de salida a su carrera.

    Se estrenó a lo grande en el largometraje de ficción con su mítica Hiroshima, mon amour, basada en el guión de Marguerite Duras. Era la primera película en no respetar la narración lineal y lo consagró así como uno de los padrinos de la Nouvelle Vague. El propio Jean-Luc Godard admitiría más tarde sus celos por aquella revolucionaria película. A los dos años, siguió otra obra magistral, El año pasado en Marienbad (1961), escrita con el padre del Nouveau roman, Alain Robbe-Grillet, película misteriosa y provocadora por la que recibió el León de Oro de la Muestra de Venecia.

    En 1963, volvió a un cine más político con Muriel, donde abordaba entre otros el espinoso tema de la tortura en Argelia, y en 1966 con La guerra ha terminado, con guion de Jorge Semprún, quien se inspiró en su exclusión dos años del Partido Comunista Español. En 1967, participó en la película colectiva Lejos de Vietnam, en solidaridad con el pueblo vietnamita.

    Como destacaba este domingo el diario Liberation, es difícil encontrar en los archivos una mala crítica de Resnais: sus películas eran magistrales o “simplemente buenas”. En su extensa filmografía siguieron entre otros Te amo, te amo (1968), Staviski (1973), Providence (1976), Mi tío de América (1980), La vida es una novela (1983), Muerte al amor (1984), Mélo (1986), Smoking/No Smoking (1993) o su gran éxito, On connait la Chanson (1997). Más recientemente había realizado En la boca no (2003), Asuntos privados en lugares públicos (2006), Les herbes folles (2009), recompensada con el Premio Excepcional del Jurado de Cannes, y Vous n’avez encore rien vu (2012).

    Muy querido por sus compañeros, elegante, educado, siempre amable, sonriente, amante de la cultura clásica como de la popular, en particular la estadounidense de los musicales y del tebeo, la avalancha de reacciones durante el día daban idea de la importancia de la pérdida.
    cultura.el.pais.com Marzo de 2014

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