sábado, 2 de mayo de 2015

JOAN FONTCUBERTA ANALIZA "LA CONDICIÓN POST-FOTOGRÁFICA" EN MONTREAL

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  • 30 ABR 2015

Joan Fontcuberta analiza la 'condición post-fotográfica' en Le Mois de la Photo à Montréal

Cortesía de Le Mois de la Photo à Montréal

"La post-fotografía es aquello que llega después de la fotografía pero es también aquello que está más allá o aquello que se esconde en ella". Así ha definido Joan Fontcuberta, la temática que centra la 14ª bienal internacional Le Mois de la Photo à Montréal.

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Esta bienal internacional de la imagen contemporánea presenta más de 100 obras -algunas son nuevas producciones- de artistas de los cinco continentes, entre ellos la española Laia Abril y el argentino Leandro Berra.
Tal y como avanzábamos en una noticia publicada, el pasado mes de septiembre, el fotógrafo catalán Joan Fontcuberta (Barcelona, 1955) se encontraba, por entonces, en Canadá, preparando el comisariado de la 14ª bienal internacional "Le Mois de la Photo à Montréal", considerada una de las citas más destacadas del calendario artístico internacional en lo que a fotografía contemporánea se refiere.
Pues bien, ahora podemos también avanzar, que, entre el 10 de septiembre y el 11 de octubre, esta bienal internacional de la imagen contemporánea presentará 25 exposiciones comisariadas por Fontcuberta. "Es un repertorio muy salpicado de nacionalidades diferentes, que da una riqueza de vertientes, enfoques e intereses sobre una misma temática: 'la condición post-fotográfica'", ha explicado el fotógrafo catalán en declaraciones a la ACN desde Montreal.
El certamen congregará la obra de 29 fotógrafos venidos de once países, entre ellos, la joven española Laia Abril (Barcelona, 1986) y el veterano argentino, con base en París, Leandro Berra (Buenos Aires, 1956), únicos representantes iberoamericanos seleccionados por el comisario.
En el caso de la fotoperiodista catalana, que después de una estancia en Nueva York y otra en Italia actualmente vive y trabaja en Cataluña, presentará su trabajo 'Thinspiration', una serie de fotografías sobre páginas web de personas adolescentes con trastornos alimenticios.
Un proyecto que como el del resto de artistas seleccionados gira alrededor de tres ejes comunes: el estatuto de la imagen, la construcción y la documentación de la realidad a través de la imagen, y la revisión del concepto de autor.
En cuanto a Joan Fontcuberta lleva más de 40 años de carrera fotográfica. Dedicado tanto a la fotografía artística como a la reflexión teórica, el catalán ha expuesto individualmente en el Museum of Modern Art de Nueva York (MOMA) y en el Chicago Art Institute, entre muchos otros sitios, y es autor de una docena de ensayos sobre la historia, la estética y la epistemología de la fotografía como "El beso de Judas. Fotografía y Verdad" (1997), "Ciencia y Fricción" (1998) y "La cámara de Pandora" (2010), por citar solo algunos.
Su obra ha sido adquirida para integrar los fondos de numerosas colecciones públicas como la del MET de Nueva York, el MACBA de Barcelona, el Folkwang Museum de Essen o el Centre Pompidou de Paris, entre otros.
www.arteinformado.com
Entre las distinciones con que las ha sido galardonado, sobresale, sin duda, el XXXIII Premio Internacional Hasselblad, considerado como el más importante del mundo en fotografía, que le fue concedido en 2013 y que le convirtió en el primer español en recibirlo.
Finalmente, cabe destacar, que en 1982 fundó la bienal de fotografía Primavera Fotográfica en Barcelona y de 2008 a 2014 ha presidido la Asociación de Artistas Visuales de Cataluña.

4 comentarios:

  1. En este blog el 24/11/11
    En La cámara de Pandora el fotógrafo aborda la refundación de este arte en el nuevo entorno digital para repensar aquellas cuestiones que van más allá de lo estrictamente fotográfico y para abrirse a los nuevos principios que se plantean con la nueva fotografía. A pesar de ello, Fontcuberta cuenta a elcultural.es que en realidad él no hace teoría -"qué más quisiera", opone- sino que su trabajo consiste en realidad en poner su poética por escrito, "tal vez para entenderme mejor", explica. No obstante, es consciente de la importancia de la reflexión en un momento como el presente, en el que "hacer fotografías es tan fácil y está tan masificado", y añade: "La reflexión hoy es lo que da valor a la imagen. La fotografía siempre ha andado corta de crítica y análisis, pero ahora en efecto lo acusa más".

    En su opinión, la era digital ha dejado "tantas pérdidas como ganancias" en materia fotográfica: "Soy incapaz de hacer un inventario resumido. Pero tanto La cámara de Pandora como otro proyecto actual cuyo título provisional es La furia de las imágenes se ocupan justamente de analizar esas pérdidas y ganancias.elcultural.es

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  2. La cámara oscura es un dispositivo que permite la proyección de una imagen sobre una superficie plana en el interior de una cámara cerrada a la luz para después trazarla. De gran auge en el siglo XVII y utilizada aún por los artistas actuales, condujo al desarrollo de la fotografía en el siglo XIX.
    El principio de la cámara oscura fue descrito por Aristóteles, quién observó como se proyectaba una imagen del sol a través de una rejilla de mimbre.
    La tesis del pintor británico David Hockney es que desde el comienzo del siglo xv muchos artistas utilizaron la óptica, espejos y lentes par crear proyecciones vivas.
    en este blog el desarrollo completo de su idea, sobre todo mirando y analizando el candelabro de Jan Van Dyck en Los esposos Arnolfini. el 14 de abril de 2015

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  3. El profesor Fontcuberta habla de la condición de la fotografía en el entorno digital. Creador, curioso e interesado por lo que ocurre alrededor, considera que la fotografía es una auténtica herramienta filosófica que permite estudiar nuestro entorno socio cultural. Lo que caracteriza en su opinión, el momento presente es el hecho de que la tecnología digital está actuando como un auténtico tsunami. Esta conmoción que genera nos sitúa en una encrucijada: o seguimos siendo “fotosaurios” o tomamos conciencia de los cambios que se están produciendo y sobrevivimos. Lo que ha caracterizado los años 90, con la llegada de los escáneres y los píxeles y la popularización de internet y lo que supone de comunicación extraordinaria es, frente a la época de la escritura en la que ella permitía la reflexión y comprensión del mundo, la no inscripción en el contexto. Hacemos muchas fotografías pero no tenemos tiempo de mirarlas.

    Se ha producido una metamorfosis, ha aparecido el “homo fotograficus”. El proceso ha llevado a la secularización de la fotografía. Los grandes y primeros fotógrafos eran una minoría de chamanes, eran pocos y extraordinarios artistas; después surgieron los fotógrafos, técnicos profesionales y ,finalmente, Eastman proporcionó el método para que todo el mundo documentase la realidad a través de la producción de imágenes a coste cero. Y lo que caracteriza esta nueva manera de fotografiar es que las imágenes pierden su valor porque se hacen e inmediatamente se “envían”. La comunicación se ha vuelto más importante que la propia fotografía. Se hacen fotos, se envían y se borran.

    Joan Fontcuberta denomina a este fenómeno “post-fotografía”. Ha cambiado la naturaleza ontológica de lo fotográfico, estamos ante la virtualidad. Y esta virtualidad impregna la cultura de masas y la publicidad. Valiéndose de fotografías publicitarias y videos, fontcuberta ilustra estos conceptos:

    “siempre hay cosas interesantes que fotografiar”

    “incluso hay que modificar la foto, trampeando para añadir interés…”

    “incluso hay que incluirse en la foto (autorretratarse)”

    El producto de todo esto es un gran magma de imágenes, que resultan banales y que cambian a velocidad de vértigo. Las fases de la transmisión de la información eran, en la época analógica, fases delimitadas y separadas. Hoy estas etapas colapsan: las imágenes se incustran en la realidad. Fontcuberta pone ejemplos de lo que dice en Erika Kessel (https://www.google.es/search?q=erika+kessel&tbm=isch&tbo=u&source=univ&sa=X&ei=kiX1Uv-WPMLMhAetooC4Cg&sqi=2&ved=0CDkQsAQ&biw=1327&bih=578 ) y que recuerda la metáfora de JLBorges sobre la cartografía del imperio. Parece que hay tantas fotografías ya, que, a lo mejor, no hace falta hacer más. Nos pone también algunos ejemplos del horizonte de la ciencia ficción (implantes cerebrales…) backups de memoria ( minority report). La mor en direct, de Tavernier…son opciones de la tecnología que nos llevan a situaciones descritas en la literatura. Otro ejemplo para la reflexión es Wafaa Bilal (https://www.google.es/search?q=wafaa+bilal&tbm=isch&tbo=u&source=univ&sa=X&ei=LSj1UvmKAYKWhQeEzICYBA&sqi=2&ved=0CEsQsAQ&biw=1327&bih=535 ) parece quererse decir que el chip es la vida.

    fotongraphos.com

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  4. Hace tres años, el artista argentino Leandro Berra presentó en el Encuentro Internacional de Fotografía de Arlés un trabajo inquietante: el retrato de sí mismo que hacía una persona con el programa informático de creación de identikits de Interpol. Ahora ha realizado la misma experiencia pero con los pacientes del hospital psiquiátrico Domingo Cabred, conocido también como Colonia Open Door, en las afueras de Buenos Aires. El resultado es una sobrecogedora y contundente indagación sobre el yo y la imagen que tiene de sí mismo.







    Por Eduardo Febbro, Desde Paris
    ¿Cómo contarnos a nosotros mismos con lucidez, belleza o crueldad? La obra que el artista argentino Leandro Berra expone en la Galerie Claude Samuel de París sugiere muchas respuestas posibles al intento siempre ambiguo e incompleto de retratar ese otro semejante que somos. Berra había conmocionado a la crítica europea hace tres años con un trabajo expuesto durante los Encuentros Internacionales de Fotografía que se llevan a cabo anualmente en la ciudad de Arlés. En la sección Retratos Berra presentó su obra Autoidentikits. Realizada con un programa informático utilizado por Interpol para la elaboración de identikits, Autoidentikits fue una propuesta inédita en el arte contemporáneo, una confrontación alucinante entre una foto de lo real, uno mismo, y el autorretrato realizado luego por la persona fotografiada. Puestas una junto a la otra, las dos imágenes, es decir, la copia de nuestro rostro efectuada por el objetivo de la cámara y la copia de nosotros mismos según la percepción o la memoria que tenemos de nuestros rasgos, ofrecían un constaste en el que transitaba la ambigua identidad. Leandro Berra prolongó esa experiencia con otra exposición donde ya no era un individuo aislado, solo, quien intentaba armarse a sí mismo sino una familia entera. Berra proponía a cada uno de los hijos componer el identikit de sus padres y luego tomaba la foto de la familia reunida; la obra final es la foto de toda la familia rodeada de los identikits. El desafío y la potencia de la obra están en ese tránsito entre lo casi real y lo casi soñado, proyectado.

    El trabajo que ahora expone la Galerie Claude Samuel llega aún mucho más lejos. Los individuos fotografiados y autorretratados con el mismo principio son internos del hospital psiquiátrico Domingo Cabred, conocido también como Colonia Open Door, situado en las afueras de Buenos Aires. “Cuando alguien hace su propio retrato robot se está contando a sí mismo con imágenes, en un universo distinto al del lenguaje”, explica Leandro Berra. ¿Pero qué ocurre cuando esa “narración” proviene de internos de un hospital psiquiátrico donde, por principio terapéutico, las imágenes de uno mismo están proscriptas? La respuesta es la apuesta de Berra. El artista, acompañado por el equipo médico, propuso a los pacientes que realizaran su autorretrato eligiendo los rasgos entre los miles de ojos, pestañas, cabellos, orejas o narices que posee el programa informático. Las sesiones de esa experiencia fueron a la vez grabadas en video. Lo que se expone es cómo los pacientes se ven o cómo ven el mundo que los circunda a través de sus autorretratos. Está, por ejemplo, el autorretrato de Ceferino que se representó solo con sus ojos porque no podía componer el resto. El autorretrato de Javier tuvo, por ejemplo, un efecto terapéutico que entró en interacción con la propia dolencia del paciente, la esquizofrenia. El diagnóstico de Javier decía que su esquizofrenia estaba acompañada por problemas de laringe y que ello le imposibilitaba hablar. Todo el personal médico de Open Door confirmó que Javier no decía una palabra. Pero a la mañana siguiente de que Javier realizara su autoidentikit, Leandro Berra lo encontró llegando al hospital y lo saludó con un “Buen día Javier, ¿cómo le va?”. Javier contestó: “Muy bien gracias, ¿y usted?”.

    (...)

    www.pagina12.com.ar-2008

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