martes, 6 de enero de 2015

INFLUENCIAS FLAMENCAS EN EL ARTE ESPAÑOL / RUBENS

La ADORACIÓN DE LOS  MAGOS, 1609/PEDRO PABLO RUBENS
MUSEO DEL PRADO, MADRID/ ESPAÑA
  Hace buen rato que el pequeño sordomudo anda con sus trapos y su plumero entre las maderas del órgano: A sus pies, la nave de la iglesia de San Juan Bautista yace en penumbra. La luz del alba -el alba del día de los Reyes- titubea en 1as ventanas y luego, lentamente, amorosamente, comienza a bruñir el oro de los altares.
  Cristóbal lustra las vetas del gran facistol y alinea con trabajo 1os libros de coro casi tan voluminosos como él. Detrás está el tapiz, pero Cristóbal prefiere no mirarlo hoy.
  De tantas cosas bellas y curiosas como exhibe el templo, ninguna le atrae y seduce como el tapiz de La Adoración de los Reyes; ni siquiera el Nazareno misterioso, ni el San Francisco de Asís de alas de plata, ni el Cristo que el Virrey Ceballos trajo de Colonia del Sacramento y que el Viernes Santo dobla la cabeza, cuando el sacristán tira de un cordel.
  El enorme lienzo cubre la ventana que abre sobre la calle de Potosí, y se extiende detrás del órgano al que protege del sol y de la lluvia. Cuando sopla viento y el aire se cuela por los intersticios, muévense las altas figuras que rodean al Niño Dios.
  Cristóbal las ha visto moverse en el claroscuro verdoso. Y hoy no osa mirarlas.
  Pronto hará tres años que el tapiz ocupa ese lugar. Lo colgaron allí, entre el arrobado aspaviento de las capuchinas, cuando lo obsequió don Pedro Pablo Vidal, el canónigo, quien lo adquirió en pública almoneda por dieciséis onzas peluconas. Tiene el paño una historia romántica. Se sabe que uno de los corsarios argentinos que hostigaban a las embarcaciones españolas en aguas de Cádiz, lo tomó como presa bélica con el cargamento de una goleta adversaria. El señor Fernando VII enviaba el tapiz, tejido según un cartón de Rubens, a su gobernador de Filipinas, testimoniándole el real aprecio. Quiso el destino singular que en vez de adornar el palacio de Manila viniera a Buenos Aires, al templo de las monjas de Santa Clara.
  El sordomudo, que es apenas un adolescente, se inclina en el barandal. Allá abajo, en el altar mayor, afánanse los monaguillos encendiendo las velas. Hay mucho viento en la calle. Es el viento quemante del verano, el de la abrasada llanura. Se revuelve en el ángulo de Potosí y Las Piedras y enloquece las manti1las de les devotas. Mañana no descansarán los aguateros, y las lavanderas descubrirán espejismos de incendio en el río cruel. Cristóbal no puede oír el rezongo de las ráfagas a lo largo de la nave, pero siente su tibieza en la cara y en las manos, como el aliento de un animal. No quiere darse vuelta porque el tapiz se estará moviendo y alrededor del Niño se agitarán los turbantes y las plumas de los séquitos orientales.
  Ya empezó la primera misa El capellán abre los brazos. y relampaguea la casulla hecha con el traje de una Virreina. Asciende hacia las bóvedas la fragancia del incienso.
  Cristóbal entrecierra los ojos. Ora sin despegar los labios. Pero a poco se yergue, porque él, que nada oye, acaba de oír un  rumor a sus espaldas. Sí, un rumor, un rumor levísimo, algo que podría compararse con una ondulación ligera producida en el agua de un pozo profundo, inmóvil hace años. El sordomudo está de pie y tiembla. Aguza sus sentidos torpes, desesperadamente, para captar ese balbucir.
  Y abajo el sacerdote se doblega sobre el Evangelio, en el esplendor de la seda y de los hilos dorados, y lee el relato de la Epifanía.
  Son unas voces, unos cuchicheos,.desatados a sus espaldas. Cristóbal ni oye ni habla desde que la enfermedad le dejó así, aislado, cinco años ha. Le parece que una  brisa trémula se le ha entrado por la boca y por el caracol del oído y va despertando viejas imágenes dormidas en su interior.
  Se ha aferrado a los balaústres, el plumero en la diestra. A infinita distancia, el oficiante refiere la sorpresa de Herodes ante la llegada de los magos que guiaba 1a estrella divina.
  - Et apertis thesaurus suis -canturrea el capellán- obtulerunt ei munera, aurum, thus et myrrham.
 Una presión física más fuerte que su resistencia obliga al muchacho a girar sobre los talones y a enfrentarse con el gran tapiz.
  Entonces en el paño se alza el Rey mago que besaba los pies del Salvador y se hace a un lado, arrastrando el oleaje del manto de armiño. Le suceden en la adoración los otros Príncipes, el del bello manto rojo que sostiene un paje caudatario, el Rey negro ataviado de azul. Oscilan  las picas y las partesanas. Hiere la luz a los yelmos mitológicos entre el armonioso caracolear de los caballos marciales. Poco a poco el séquito se distribuye detrás de la Virgen María, allí donde la mula, el buey y el perro se acurrucan en medio de los arneses y las cestas de mimbre. Y Cristóbal está de hinojos escuchando esas voces delgadas que son como subterránea música.
  Delante del Niño a quien los brazos maternos presentan, hay ahora un ancho espacio desnudo. Pero otras figuras avanzan por la izquierda, desde el horizonte donde se arremolina el polvo de 1as caravanas y cuando se aproximan se ve que son hombres del pueblo, sencillos, y que visten a usanza remota. Alguno trae una aguja en la mano; otro, un pequeño telar; éste lanas y sedas multicolores; aquél desenrosca un dibujo en el cual está el mismo paño de Bruselas diseñado prolijamente bajo una red de cuadriculadas divisiones. Caen de rodillas y brindan su trabajo de artesanos al Niño Jesús. Y luego se ubican entre la comitiva de los magos, mezcladas las ropas dispares, confundidas las armas con los instrumentos de las manufacturas flamencas.
  Una vez más queda desierto el espacio frente a la Santa Familia.
  En el altar, el sacerdote reza el segundo Evangelio.
  Y cuando Cristóbal supone que ya nada puede acontecer, que está colmado su estupor, un personaje aparece delante del establo. Es un hombre muy hermoso, muy viril, de barba rubia. Lleva un magnífico traje negro, sobre el cual fulguran el blancor del cuello de encajes y el metal de la espada. Se quita el sombrero de alas majestuosas, hace una reverencia y de hinojos adora a Dios. Cabrillea el terciopelo, evocador de festines, de vasos de cristal, de orfebrerías, de terrazas de mármol rosado. Junto a la mirra y los cofres, Rubens deja un pincel.
  Las voces apagadas, indecisas, crecen en coro. Cristóbal se esfuerza por comprenderlas, mientras todo ese mundo milagroso vibra y espejea en tomo del Niño.
  Entonces la Madre se vuelve hacia el azorado mozuelo y hace un imperceptible ademán, como invitándolo a sumarse a quienes rinden culto al que nació en Belén.
  Cristóbal escala con mil penurias el labrado facistol, pues el Niño está muy alto. Palpa, entre sus dedos, los dedos aristocráticos del gran señor que fue el último en llegar y que le ayuda a  izarse para que pose los labios en los pies de Jesús. Como no tiene otra ofrenda, vacila y coloca su plumerillo al lado del pincel y de los tesoros.
  Y cuando, de un salto peligroso, el sordomudo desciende a su apostadero de barandal, los murmullos cesan, como si el mundo hubiera muerto súbitamente. El tapiz del corsario ha recobrado su primitiva traza. Apenas ondulan sus pliegues acuáticos cuando el aire lo sacude con tenue estremecimiento.
   Cristóbal recoge el plumero y los trapos. Se acaricia las yemas y la boca. Quisiera contar lo que ha visto y oído, pero no le obedece la lengua. Ha regresado a su amurallada soledad donde el asombro se levanta como una lámpara deslumbrante que transforma todo, para siempre.Misteriosa Buenos Aires, de Manuel Mujica Lainez

5 comentarios:

  1. Un primer contacto entre España y Pedro Pablo Rubens se verifica en 1603, cuando el pintor se traslada a Valladolid como diplomático. En esta ocasión causó una favorable impresión en el duque de Lerma, del que hace un retrato a caballo, revelando en la libertad pictórica un agudo análisis psicológico. Había llegado de Italia para llevar pinturas y mensajes diplomáticos. En las obras de ese período se advierten reflejos de El Greco combinado con elementos italianos.
    Alojado en el Palacio Real, ya en 1628 en una segunda misión a España, tiene la posibilidad de admirar de conocer la colección de Felipe IV; en particular estudia y copia al último Tiziano. Probablemente trabaja en el estudio de Velázquez, con el que comparte la admiración por el maestro italiano.
    Es a partir del siglo XV que se produce un intercambio ininterrumpido entre España y los Países Bajos. Es el país que más importa obras de arte de Flandes.
    El arte español se desarrolla siguiendo las conquistas flamencas , que se basan en la observación y están muy alejadas de las propuestas del Renacimiento Italiano, rechazan en parte sus sugerencias estilísticas.
    No confío demasiado en esta postura de Rubens, modestamente pienso que le debe demasiado al Renacimiento Italiano.En esta época contaba ya, con un gran número de colaboradores.
    En su segunda y larga estancia en Madrid (un año) realizó diversos retratos principescos. entre ellos el Retrato de Felipe II a caballo, 1628, Madrid, Museo del Prado.

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  2. Manuel Mujica Lainez
    Argentino Argentina
    1910 - 1984

    Nació en Buenos Aires en 1910.De ilustres y aristocráticos orígenes, era hijo de Manuel Mujica Farías y Lucía Laínez Varela. Su abuelo paterno, Eleuterio Santos Mujica y Covarrubias, descendiente nada menos que del fundador de Buenos Aires, Juan de Garay, le inculcó el amor a la tierra natal y el materno, Bernabé Laínez Cané, el gusto por la literatura. Su abuela materna, Justa Varela, era sobrina de Juan Cruz y Florencio Varela. Realizó sus estudios primarios y secundarios en parte en su ciudad natal, en parte en París. En 1928 ingresó en la Facultad de Derecho que abandonó dos años después. En 1932 ingresó en La Nación y desarrolló allí su labor de periodista que lo llevó a recorrer a lo largo de su vida prácticamente el mundo entero. Entre sus primeras obras se destacan Canto a Buenos Aires, poemas, y Vida de Anastasio el Pollo, biografía de Estanislao del Campo. También cabe apuntar por la relevancia de su difusión, el conjunto de cuentos que forman Misteriosa Buenos Aires (1950), hoy un clásico de 1a literatura ciudadana. Su trabajo como escritor se desarrolló a lo largo de medio siglo y se reflejó en más de cuarenta libros. Muchos de ellos merecieron importantes premios como el Gran Premio de Honor de la SADE en 1955 a su novela La casa y el Primer Premio Nacional de Literatura a Bomarzo. En 1956 fue elegido miembro de la Academia Argentina de Letras y en 1959 académico de la de Bellas Artes. En trabajo común con Alberto Ginastera, que compuso la música, creó el libreto de la ópera Bomarzo, que se estrenó en Washington en 1976 y que fue prohibida en la Argentina y estrenada en el Teatro Colón recién en 1972. Hacia fines de 1969 se instaló en el "El Paraíso", en Cruz Chica, Córdoba, y continuó con su trabajo de estudio y creación, alternando por viajes al exterior y a todo el país. Recibió en 1982 la Cruz de Caballero de la Legión de Francia. En su último viaje a Buenos Aires, a pocas semanas de su muerte, fue nombrado Ciudadano Ilustre de esta ciudad. Murió en "El Paraíso" el 21 de abril de 1984.
    www.escribirte.com

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  3. Editada en 1951, Misteriosa Buenos Aires contiene cuarenta y dos cuentos sobre Buenos Aires y sus personajes desde la hambruna en el villorio de Pedro Mendoza (1536) hasta la época de Rosas y la organización nacional. El ciclo termina en 1904, con la historia de una arruinada señorona. Desfilan en esta obra costumbres, leyendas, hechos históricos, superstición, hechicería, historias de seres humanos con sus sufrimientos y sus pecados. Es una obra de arqueología literaria en la que la narración se torna tensa y dramática y que demuestra un trabajo de investigación por parte del autor combinado con una escritura elegante y moderna.

    Textos incluidos en Misteriosa Buenos Aires
    El hambre Cuento
    El hombrecito del azulejo Cuento
    La adoración de los Reyes Magos Cuento
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  4. Los británicos no son los únicos que tienen reservas tenido: el "home run de la pintura", como Rubens fue a menudo apodado, fue criticado por su contemporáneo Gian Pietro Bellori - propia de la época barroca Vasari - por sus formas distorsionadas y rostros generalizadas, unindividual. En el siglo 19 Van Gogh pensó él "superficial, hueca, grandilocuente". Incluso sus partidarios, muchos de ellos pintores y conocedores, a menudo han considerado necesario para leudar sus elogios con una advertencia. Delacroix cree que Rubens "lleva uno más allá del límite de apenas alcanzado por los pintores más eminentes; domina uno, él domina uno, con toda su libertad y audacia ", pero también comparó sus concurridas imágenes para una asamblea en la que todo el mundo habla al mismo tiempo. Y Ruskin, que escribió de Rubens que "su calibre mental originalmente era tal que creo que el mundo puede ver otro Tiziano y otra Raffaelle, antes de ver otra Rubens ", sin embargo, identificado en él una" desafortunada falta de seriedad y la incapacidad de la verdadera pasión ".

    Todas estas críticas, sin embargo, pierden la marca porque son generalizaciones basadas en la totalidad de su prodigiosa producción (Taine pensó que "más de mil quinientas fotos no fueron suficientes para agotar" la creatividad de Rubens y el catálogo razonado de su obra actual, comenzó en 1968, es el más grande en un solo artista - 22 volúmenes y contando). Hay, sin embargo, no hay tal cosa como un Rubens prototípico porque mientras que él era un pintor religioso también fue el retratista de algunas de las más grandes figuras de su edad (era conocido como "el Príncipe de Pintores y el Pintor de los Príncipes"); él pintó escenas de la mitología clásica, sino también paisajes evocadores; evocó alegorías de la historia moderna, y también imágenes de batallas y cacerías violentos; y él era igualmente hábil con ambos desnudos altamente eróticas y retratos de familia de la mayor ternura.

    Rubens en toda su variedad es un tema demasiado amplio para una exposición, por lo que la Real Academia ha decidido tratarlo elípticamente:. Como ejemplo y manantial de una desconcertante variedad de otros pintores, ambos contemporáneos y artistas posteriores Rubens y su legado es también una manera de eludir el "problema británico": en mostrar que él era mucho más que un simple pintor de hagiografías católicos y que entre los artistas que influyeron fueron nativos muy querida como Gainsborough, Constable y Landseer algunos corazones anglicanos pedernal podrían ser ablandado. Esto no es tanto una exposición sobre Rubens como sobre Rubenism.
    En la Royal Academy, Londres desde enero 24 hasta abril 10-

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  5. El comentario anterior procede de un artículo de Michael Prodger, bastante extenso y minucioso con imágenes excelentes. Muy valioso e interesante.
    theguardian.com/uk

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