martes, 9 de septiembre de 2014

Entrevista con Vladímir Tolstói, descendiente de León Tolstói

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  1. (...)estilo de vida constituye un bien preciado del que la muerte puede despojarlo súbitamente, pero es confrontado por la enfermedad y la proximidad de la muerte. En los pocos meses que transcurren desde los primeros síntomas de la enfermedad hasta su fallecimiento, Iván Ilich va cobrando conciencia del sinsentido de su vida, se va gestando paulatinamente en él una transformación, de tal suerte que hacia el final de su enfermedad lo que le angustia de la muerte ya no es la pérdida de sus éxitos y sus comodidades, sino el vacío de su propia vida; se siente incapaz de morir sin haber vivido, no quiere morir teniendo una fuerte deuda con la vida. “Luchaba por volver a sus ideas de antes, aquellas ideas que le ocultaban la de la muerte. Pero cosa rara: lo que antes velaba, ocultaba y destruía la conciencia de la muerte no producía ahora el mismo efecto.”

    Finalmente comprende que aquellas cosas que no quería perder habían constituido durante gran parte de su existencia el medio para perder su vida. Paradójicamente, lo que constituía su seguridad ante la vida había sido su ruina. El último día de su vida, Iván acepta su situación: “Su carrera, su modo de vivir, su familia y aquellos intereses de la sociedad y del servicio, todo podía haber sido distinto de lo que debía ser. Trató de defender todo aquello ante sí mismo. Súbitamente, se dio cuenta de la inconsistencia de lo que defendía; y ya no quedó nada por defender”.

    La novela concluye con dos párrafos que en una primera lectura parecen desconcertantes. “‘¿Y el dolor?’, se preguntó. ‘¿Qué hago con él? ¿Dónde estás, dolor?’.” Minutos después, en los últimos instantes de su vida, se dice: “Ha terminado la muerte. Ya no existe”. Lo que hasta un día antes había atormentado a Iván desapareció súbitamente. La misma narración nos muestra dos motivos detrás del acontecimiento. El primero tiene que ver con la clara conciencia y aceptación de que los parámetros que habían guiado la vida de Iván eran equivocados. En este sentido, el miedo a la muerte como sujeción a esos parámetros ya no tenía cabida, y entonces tampoco tenía ya sentido el miedo a la muerte que lo atormentaba. El segundo motivo y tal vez el más fuerte es la conciencia de que aún hay tiempo de corregir; la convicción de que aún es posible hacer algo por los demás, al menos para no causarles daño y liberarlos de los sufrimientos que su situación les provoca. En ambos sentidos, los últimos pensamientos de Iván atestiguan la convicción de Tolstoi de que la muerte que se teme es la misma muerte que impide la vida y la convierte en vacío.

    * Extractado de “La experiencia literaria de la muerte. En torno de La muerte de Iván Ilich de León Tolstoi”, cuya versión completa puede leerse en http://www.luis guerreromartinez.com

    www.pagina12.com.ar

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