miércoles, 20 de noviembre de 2013

MUSEO DEL ARTE / EDVARD MUNCH / PIETER BRUEGHEL EL VIEJO / GIOVANNI BOLDINI

Museo del Arte


Posted: 18 Nov 2013 12:48 PM PST
Nasjonalgalleriet, Oslo

Edvard Munch
Munch se presenta en este autorretrato de tres cuartos, vestido elegantemente y pensativo. Se trata de la estampa de un hombre que acaba de cumplir 32 años, más maduro y equilibrado, pero con un rastro de amargura. El autor fija así la atención del espectador no en lo que lo rodea, sino en lo que le está pasando al pintor por la cabeza, haciendo hincapié, una vez más, en su mundo interior. Este cuadro se debe considerar como un punto de partida de las concepciones expresionistas que aparecerán en las obras posteriores de Munch. Aquí, la figura y el entorno se confunden; ambos penetran en el terreno del otro en un recorrido de ida y vuelta, en el que dos aspectos opuestos se engullen mutuamente para crear una unidad. El suave flujo de los contornos y de la parte superior del cuadro se sitúa en un espacio en el que no hay profundidad, pero que destaca el recorrido de los colores: el azul, presente en el centro, se va convirtiendo poco a poco en verde, para cambiar, sutilmente, al marrón. Los trazos más destacados los concentra el pintor en manos y cara. No es casualidad, ya que la mano del pintor, con la que ejecuta sus pinturas, ocupa el centro geométrico del cuadro y se relaciona con el rostro del artista. Munch trabaja esta pintura con espontaneidad y deja que el óleo cree formas caprichosas en la superficie del lienzo que, a su vez, crean efectos ópticos y aportan más dinamismo a la composición. 
El humo del cigarrillo que fuma el pintor en el cuadro no es un capricho del artista. Además de dar información sobre su personalidad, el humo da una sensación de unidad a toda la composición. Los tonos azulados que envuelven la figura, proponen un juego de contrastes que aportan profundidad y movimiento a un lienzo que está trabajado con una paleta oscura, a excepción del rostro y la mano.
 
Posted: 18 Nov 2013 12:42 PM PST
Galería Nacional de Capodimonte

Pieter Brueghel el Viejo
El tema del cuadro está inspirado en las palabras del Evangelio de san Mateo (XV, 14): "… si un ciego guía a otro ciego, caerán juntos en la misma fosa." La comitiva, compuesta por seis individuos, camina hacia el curso de un riachuelo, en el que caen los dos hombres de vanguardia. Cada personaje ha sido caracterizado con extraordinario detalle, complaciéndose el pintor en describir los distintos tipos de ceguera. Por su condición de mendigos y vagabundos, llevan los caminantes objetos tales como una zanfonía, escudillas, bolsas y faltriqueras. Sus indumentarias son heterogéneas y andrajosas. Un examen en detalle muestra la técnica de ejecución a base de pinceladas paralelas que construyen los efectos de modelado y textura. El paisaje, poblado por varias casas y una iglesia, posee una luz invernal y grisácea que funde los contornos de las formas.
 
Posted: 18 Nov 2013 12:36 PM PST
Museo de Sao Paulo

Giovanni Boldini
Este retrato constituye un ejemplo del procedimiento de pintura fácil y económica en cuyo efecto final participa la tonalidad del soporte de cartón, visible en amplias zonas no cubiertas por la pincelada. Por su concepto realista, esta obra revela asimismo la admiración del artista italiano por la obra de Manet.
 

3 comentarios:

  1. Boldini , Giovanni . -Pintor italiano ( Ferrara 1842 - París 1931 ). Se inició en el arte de su padre Antonio ( la 1789 ª - en 1872 ), discípulo de T. Minardi y pintor de retratos y pinturas históricas. Se fue a Florencia ( 1865 ), ahora se orienta hacia el arte de macchiaioli, pero ya está mostrando un espíritu caprichoso giraba buscando elegancia refinada. En 1870 dejó Italia. A Londres comenzó ese brillante trabajo como retratista que tenía que darle la fama europea. Pero el centro de su actividad fue París, donde se instaló en 1871 , y el tema de su pintura se convirtió en la alta sociedad parisina. Su diseño de forma rápida, el color brillante, el toque audaz y captura segura y el carácter de una sociedad frívola y refinado.
    www.treccani.it

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  2. En el Autorretrato con cigarrillo (1895) se caracteriza como un extraña mezcla de dandy y mago. Gauguin se había fabulado a sí mismo como Jean Valjean y Van Gogh se había pintado como un bonzo japonés. Los dos, Van Gogh y Gauguin, se retrataron como avatares de Jesús y Munch intentará también en su Golgotha (1900) el autorretrato cristológico donde el artista es el chivo expiatorio que carga con las culpas de la sociedad burguesa.

    Pero junto a esa sublimación tenemos el Autorretrato en el Infierno (1903), con el pintor, desnudo y solo, en medio de un mar de llamas rojas, iluminado desde abajo por una luz demoníaca. Toda la soledad y la angustia se revelan en su Autorretrato con una botella de vino (1906). En la serie La muerte de Marat (1906-07) presenta el asesinato del jacobino a manos de Charlotte Corday, pero no le interesa la historia política, claro, sino sólo la eterna historia del hombre traicionado por una mujer.

    En su Autorretrato. Desnudo con el brazo levantado (circa 1915), el pintor aparece en un espacio inundado por la luz, símbolo de la energía vital. Con el fototropismo de un girasol, su cuerpo se estira hacia la luz y se baña en el amarillo de los rayos del sol.

    Autorretrato. Hombre con bronquitis (1920) es la imagen del artista como convaleciente después de padecer, el invierno anterior, la grave epidemia de la gripe española. De esos mismos años es la serie El artista y su modelo, que celebra la pasión erótica por Annie Fjeldbu. Detrás de cada máscara hay otra máscara y otra aún, de manera que nunca encontramos algo así como el último rostro, el verdadero rostro de Edvard Munch.

    La actividad de creación de máscaras absorbe toda su energía y se identifica íntimamente con la misma pintura. Hasta el final de su vida. En su Autorretrato. El noctámbulo (1923-24), el pintor escruta su propio reflejo con expresión asustada. Podríamos decir, tomando una frase de Lezama, que es “un signo encarcelado en el espejo”. En la Noche estrellada (1923-24) Edvard Munch medita sobre su propia sombra. Y en el Autorretrato entre el reloj y la cama (1940-42) (muy cerca ya del final de su vida) nos ofrece, como en una película de Ingmar Bergman, un reloj sin manillas para indicar la hora; el reloj y la cama forman un terrible memento mori, aviso de la muerte que es, como se sabe, la única capaz de hacer caer todas las máscaras.



    En el Autorretrato con cigarrillo (1895) se caracteriza como un extraña mezcla de dandy y mago. Gauguin se había fabulado a sí mismo como Jean Valjean y Van Gogh se había pintado como un bonzo japonés. Los dos, Van Gogh y Gauguin, se retrataron como avatares de Jesús y Munch intentará también en su Golgotha (1900) el autorretrato cristológico donde el artista es el chivo expiatorio que carga con las culpas de la sociedad burguesa.

    Pero junto a esa sublimación tenemos el Autorretrato en el Infierno (1903), con el pintor, desnudo y solo, en medio de un mar de llamas rojas, iluminado desde abajo por una luz demoníaca. Toda la soledad y la angustia se revelan en su Autorretrato con una botella de vino (1906). En la serie La muerte de Marat (1906-07) presenta el asesinato del jacobino a manos de Charlotte Corday, pero no le interesa la historia política, claro, sino sólo la eterna historia del hombre traicionado.

    Autorretrato. Hombre con bronquitis (1920) es la imagen del artista como convaleciente después de padecer, el invierno anterior, la grave epidemia de la gripe española. De esos mismos años es la serie El artista y su modelo, que celebra la pasión erótica por Annie Fjeldbu. Detrás de cada máscara hay otra máscara y otra aún, de manera que nunca encontramos algo así como el último rostro, el verdadero rostro de Edvard Munch.


    www.elcultural.es







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  3. Con el pintor noruego Edvard Munch (1863-1944) uno tiene la tentación de recurrir a esa costumbre denostada de explicar su obra recurriendo a los episodios que marcaron su vida. Y es que fue esta última la que determinó aquella, pues la mayor parte de los asuntos que representó en sus pinturas y en sus estampas no tratan los temas tradicionales de la pintura salvo en algún caso particular y siempre determinado por el encargo, sino otros relacionados con algunos de los sucesos traumáticos que le ocurrieron.

    Fue hijo de Christian Munch, un médico del ejército que había recibido una educación estricta y puritana, seguramente la misma que inculcó a los varios hijos que tuvo con Laura Ca thrine Bjølstad, quien, enferma de tuberculosis, murió cuando Edvard solo tenía 5 años.

    La muerte de su esposa sumergió a Christian en una depresión que lo distanciaría de sus vástagos, y la situación se agravó cuando Sophie y Andreas, otros dos hermanos de Munch, murieron por la misma dolencia. Una tercera hija, Laura, fue una enferma mental, e incluso el propio Munch tuvo una salud frágil que empeoraría con el tiempo debido a la ingesta inmoderada de alcohol y a una tendencia depresiva que tal vez heredara de su padre, quien fallecería en 1889 sin haber resuelto el alejamiento con su hijo pintor.

    Quizá sea en sus autorretratos donde mejor se manifieste esa angustia vital que debió de atenazar a Munch desde muy pronto, pues concretó en ellos una intensísima labor de introspección. En Autorretrato con cigarrillo (1895) Munch se disuelve en un entorno penumbroso y, con el rostro contrastadamente iluminado, mira con fijeza al espectador trasladándole la pregunta sobre su propia identidad. Son cualidades que se acentúan en Autorretrato en el infierno (1903) y Autorretrato en Bergen (1916).www.descubrirelarte.es

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