martes, 2 de octubre de 2012

EL PODER DEL ARTE- BERNINI

Bernini,llamado también el Bernini( italiano, 1596-1680) "El éxtasis de Santa Teresa"- detalle hacia 1644-1647- Capilla Comaro de Santa María de la Victoria (Roma, Italia)
"Vi a un ángel junto a mí hacia el lado izquierdo en forma corporal. No era grande, sino pequeño, muy hermoso, el rostro tan encendido que parecía de los ángeles más elevados, que parece todos se abrasan.
Debe ser lo que llaman querubines. Veíale en las manos unos dardos, de oro largo, y al fin de hierro.
Me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces. Y, que me llegaba, a las entrañas, era tan fuerte que me hacía lanzar gemidos, más esta pena excesiva estaba tan sobrepasada por la dulzura que no deseaba que terminara. El alma no se contenta ahora con nada menos que con Dios. El dolor,  no es corporal sino espiritual, aunque el cuerpo tiene su parte en él. Es un intercambio amoroso tan dulce el que ahora tiene lugar entre el alma y Dios, que le pide a Dios en su bondad que haga experimentarlo a cualquiera que pueda pensar que miento".
Cap. XXIX, 13 de "Libro de la Vida" de Santa Teresa de Jesús-1562-1565

1 comentario:

  1. Esta espectacular puesta en escena traduce en el mármol la muerte de Santa Teresa de Ávila: tendida sobre una nube, bajo rayos luminosos, la religiosa se une a Dios en el éxtasis. Imagen del amor divino, un ángel le atraviesa el corazón con una flecha dorada.
    Tras haberse ganado el favor de los papas, Bernini trabajó también en la decoración de la basílica de San Pedro en Roma.
    Mis Escritos, dice Lacan, en el Seminario 20 "Aun", son del mismo registro que el de los místicos, las jaculatorias místicas no son ni palabrería ni verborrea; son, a fin de cuentas, lo mejor que hay para leer. Con lo cual, naturalmente, quedarán todos convencidos de que creo en Dios. Creo en el goce de la mujer, en cuanto está de más, éste "de más", habrá que explicarlo, en ese momento Lacan, lo deja en suspenso. Coloquen una mampara hasta que lo haya explicado bien, afirma. Hay un goce que se siente y del que nada se sabe. ¿Y por qué no interpretar una faz del Otro, la faz de Dios, como lo que tiene de soporte el goce femenino?

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