martes, 26 de julio de 2011

RETRATO DE HANS HEINRICH THYSSEN-BORNEMISZA(1981-1982)

El 26 de julio de 1981 el barón Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza se dirigió por primera vez al estudio londinense del pintor Lucian Freud, junto a Notting Hill Gate, para iniciar la primera de las largas e incontables sesiones de pose para este retrato, finalizado en octubre de 1982. A partir de ese momento, el pintor y el coleccionista entablaron una estrecha y duradera relación que les llevó a dialogar sobre pintura y a contrastar sus respectivos gustos artísticos. Para el barón Thyssen, que posaba por primera vez como modelo, fue una experiencia inolvidable; para el artista, un nuevo motivo de inspiración para su obra posterior.
Durante todo ese tiempo, Heinrich Thyssen acudió puntualmente a sus citas, y Freud, un pintor pausado y laborioso, avanzaba lentamente en la ejecución del retrato. Como en otras ocasiones, Freud colocó a su modelo muy cercano a su ángulo de visión, con una proximidad física que le permitiera apreciar los más mínimos detalles, algún ligero gesto con las manos, cualquier mueca de su rostro o un mechón de pelo fuera de lugar. A través de su mirada concentrada y obsesiva, Freud siempre hace un profundo examen de la individualidad del personaje y logra una carga psicológica sólo comparable a la de los retratos de Rembrandt o Goya: «Procuro penetrar lo más profundo posible en sus sentimientos para que el cuadro pueda hablar de ellos y no de mí».
Freud retoma sus retratos de cabezas, que había pintado principalmente durante los años sesenta, y le representa ligeramente por debajo de los hombros, vestido de manera informal, con una chaqueta a cuadros, camisa blanca y corbata oscura. La frontalidad e introspección de su rostro nos remiten a los retratos-máscara de yeso de Tel el-Amarna que aparecían reproducidas en Geschichte Aegyptens, su libro de cabecera, que tantas referencias ha dejado en su pintura, desde que en 1939 se lo regalara su amigo y mecenas Peter Watson. Freud, que nunca toma apuntes previos, comienza a trabajar directamente sobre el lienzo. El retrato progresa desde el primer esquema trazado a mano alzada, abocetado en carbón, y los primeros toques de óleo, y se completa pausadamente a base de pentimenti, de pinceladas superpuestas que conviven con otras capas trabajadas con espátula. Al final, el retrato pintado nos habla tanto del personaje como del intento frenético del pintor por tratar de representarlo.
Como fondo del cuadro, por encima del hombro derecho del modelo, apenas esbozado, Freud inserta un fragmento de la obra de Antoine Watteau Pierrot contento, de hacia 1712, perteneciente a la colección del barón desde 1977, cuya reproducción pinchó en una pared de su estudio. Curiosamente, en el retrato de Freud, el barón está colocado en el lugar que ocupa Pierrot en el cuadro de Watteau, incluso da la impresión de que adopta su misma postura y expresión. La ligera inclinación de su cabeza hacia delante y la mirada hacia abajo hacen la personalidad del magnate más opaca y misteriosa y le otorgan un aire de distanciamiento del espectador.
Se puede rastrear en la obra de Freud, un gran admirador del arte del pasado, toda una serie de alusiones a los grandes maestros, desde el arte egipcio, pasando por Grünewald, Hals, Velázquez, Rembrandt, DaumierWatteau, Géricault, hasta Ingres,Courbet, Rodin o Bonnard, aunque esta estrecha vinculación con la tradición de la pintura convive con una fuerte voluntad de independencia con respecto a ella. Pierrot contento impresionó de forma tan especial a Freud que decidió hacer una copia en pastel de la pintura en la que repitió casi exactamente las actitudes y vestimentas de los personajes, aunque cambió las facciones de sus rostros. Poco después, todavía bajo la influencia mágica que ejercía sobre él esta obra, se propuso pintar una obra suya parafraseando el pequeño cuadro de Watteau, lo que dio como fruto una de sus pinturas más ambiciosas: Gran interior W 11 (según Watteau), un retrato de grupo de varios de sus familiares y amigos, que Freud pintó laboriosamente entre 1981 y 1983. Aunque adoptó la misma composición que la obra de Watteau, le otorgó un carácter completamente distinto. Con su personal puesta en escena y su manera de penetrar en el mundo interior de varios de sus allegados, Freud transformó un tema teatral sobre los sentimientos humanos, propio de lacommedia dell’arte, en una interpretación de su propia vida privada y convirtió la fantasía de Watteau en un tema de una modernidad incuestionable.
Paloma AlarcóEl crítico de Arte Martin Gayford le propuso al pintor Lucian Freud si podía hacerle un retrato. La respuesta de Freud fue sorpresiva: sí. Gayford recolectó, durante estas sesiones de pintura, una enorme cantidad de notas, las cuales fueron la base de un libro sobre el pintor y el proceso de creación de un retrato.

El hombre de la bufanda azul

OCT1
Frances Spalding.- En este libro( Man with a blue scarf: On sitting by a portrait of Lucian Freud) leemos  del encuentro, en una calle en el oeste de Londres, que Lucian Freud tuvo con un gran zorro, una vez. El animal se volvió y miró con furia al percibir que alguien se acercaba. Freud inmediatamente aumentó la velocidad y se aproximó aún más. El zorro, sintiendo el desafío, corrió hacia las puertas de una fábrica y se escabulló por debajo de ellas. Entiendo la nerviosa aprehensión del animal. Hay una ferocidad en la mirada de Freud que sacude a todos los seres sacandoles la información que él necesita.
La mayor parte de los retratos ofrecen sólo una máscara – de belleza, de poder o de prestigio profesional – aquella que el modelo quiere representar. Freud se deshace de todo esto. Tal intimidad requiere familiaridad. Freud no sólo insiste en conocer a sus modelos – “Si no los conoces, sólo pueden ser como un libro de viajes” – sino que también mantiene a sus modelos bajo una detallada observación hasta que revelan, como él mismo lo dice, “el todo sin el cual la selección en sí misma no es posible “. Sentarse, para Freud es recibir un acto extraordinario de atención.
Martin Gayford es un crítico de arte muy respetado, estable y bien parecido, con una predilección por las bufandas. Es un modelo inusual para Freud, cuya mayoría de sujetos retratados han venido de los extremos de la sociedad. Pero en el transcurso de una década, los encuentros profesionales con este artista ha llevado a la amistad, lo que permitió a Gayford tentativamente sugerir a Freud que si lo quería pintar podía encontrar el tiempo para sentarse de frente a él. Esperando una respuesta sin compromiso, se sorprendió al oír: “¿Podrías organizarte para venir una tarde de la próxima semana?”.

Freud y Gayford/Foto de David Dawson
Gayford tenía varias razones para ofrecerse como modelo. Una de ellas fue el deseo de estar en el interior de un proceso que él, mayormente, observa desde el exterior. Quería saber, momento a momento, cómo se hace una pintura. También se dio cuenta de que si escribía notas en las sesiones (las cuales duraron siete meses), él también estaría en posesión de información suficiente para un retrato mental del artista, extraídas de muchas horas mirándolo trabajar y escuchándolo hablar. Estas notas se convirtieron en la base de este libro.
Es fácil quedar atrapado en él. El tono es fresco y coloquial, el texto es un mosaico de agudas observaciones y de reflexión cultivada. Como las sesiones tuvieron lugar en la tarde y al inicio de lanoche, Freud utilizaba su estudio nocturno donde las persianas están cerradas permanentemente. Gayford posaba bajo una luz eléctrica y en un principio comparaba la experiencia de una visita a la barbería, pues, aunque era todo concentrado y alerta, lo único que tiene que hacer era responder a las pequeñas solicitudes del pintor. Pronto se dio cuenta de que el proceso era más complejo. Para comprender la topografía de un rostro, el artista tenía que verlo en movimiento, hablando, reaccionando. De ahí la necesidad de hablar.
Después de una sesión,a menudo cenaban en restaurantes. Freud continuaba a observar a su modelo. Gayford recogía detalles sobre la vida de Freud. Él es un excelente Boswell, extrayendo las ideas y pensamientos de este hombre anciano sobre alimentos, los viejos maestros, Picasso, DG Rossetti (“la pintura más cercana puede llegar al mal aliento”), la literatura, la creatividad, los delincuentes y su amistad con Francis Bacon.El libro captura algunos detalles fascinantes. Por ejemplo, fue Bacon quien le dijo a Freud de deshacerse de su hábito inicial de golpear a aquellos que le molestaban, sugiriéndole que en vez de pegarles los encantara. Y si bien Freud lamentó el efecto del alcohol sobre el carácter de Bacon, se mantuvo fiel a Nina Hamnett, otra “Sohoite”, que terminó con su vida a causa de la bebida. Freud fue con ella al hospital después de que cayó desde una ventana, y pagó su funeral.
Pero estas conversaciones dejan claro que la rebelde vida de Freud es una cosa del pasado. Ahora en sus 80 años, tiene aún más impulso que antes. Se preocupa por su salud, descansa por la tarde, bebe té verde. Ante el temor de que pueda haber ganado peso, le pide a Gayford de indicarle los lugares donde venden las básculas de baño, porque, como él explica, incluso algunos kilos extra pueden afectar a una persona que pasa todo el día trabajando de pie. Gayford describe a Freud en el estudio bailando hacia delante y hacia atrás entre el modelo y el caballete, con un trapo de un pintor que cuelga de su cinturón, murmurando constantemente y pensando con intensidad entre cada pincelada.
Desde el principio Gayford llevaba una bufanda azul real, sabiendo que podía representar un desafío importante ya que es un color que no aparece en ninguno de los anteriores trabajos de Freud. Observa con atención los tonos y matices que Freud utiliza y con atención registra como se va creciendo la imagen. Se desarrolla en parches, hay grandes áreas de color blanco que se dejan sin tocar hasta que la mayor parte de la cara está en su lugar. La bufanda, cuando por fin aparece, se funden en la arquitectura del conjunto, causando alteraciones en otros lugares de cuadro. Gayford comienza a anhelar la conclusión, pero Freud sigue estudiando, buscando nuevas posibilidades y formas para hacer que los gestos del rostro sean más animados.
Como género, el retrato es poco investigado, lamentablemente. Este libro no sólo ofrece una visión fresca de Freud, sino que también atrapa las tensiones y el drama inherente al mundodel retrato, su complejidad psicológica y la lenta recolección de información. Los retratos ya terminados tienen el don de devolver a los modelos una imagen que los valoriza, usando esa expresión concentrada que de cierta manera era hasta entonces invisible.
Fuente: The Guardian
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La mayor parte de los retratos ofrecen sólo una máscara – de belleza, de poder o de prestigio profesional – aquella que el modelo quiere representar. Freud se deshace de todo esto. Tal intimidad requiere familiaridad. Freud no sólo insiste en conocer a sus modelos – “Si no los conoces, sólo pueden ser como un libro de viajes” – sino que también mantiene a sus modelos bajo una detallada observación hasta que revelan, como él mismo lo dice, “el todo sin el cual la selección en sí misma no es posible “. Sentarse, para Freud es recibir un acto extraordinario de atención.

Martin Gayford es un crítico de arte muy respetado, estable y bien parecido, con una predilección por las bufandas. Es un modelo inusual para Freud, cuya mayoría de sujetos retratados han venido de los extremos de la sociedad. Pero en el transcurso de una década, los encuentros profesionales con este artista ha llevado a la amistad, lo que permitió a Gayford tentativamente sugerir a Freud que si lo quería pintar podía encontrar el tiempo para sentarse de frente a él. Esperando una respuesta sin compromiso, se sorprendió al oír: “¿Podrías organizarte para venir una tarde de la próxima semana?”.

Freud y Gayford/Foto de David Dawson
Gayford tenía varias razones para ofrecerse como modelo. Una de ellas fue el deseo de estar en el interior de un proceso que él, mayormente, observa desde el exterior. Quería saber, momento a momento, cómo se hace una pintura. También se dio cuenta de que si escribía notas en las sesiones (las cuales duraron siete meses), él también estaría en posesión de información suficiente para un retrato mental del artista, extraídas de muchas horas mirándolo trabajar y escuchándolo hablar. Estas notas se convirtieron en la base de este libro.
Es fácil quedar atrapado en él. El tono es fresco y coloquial, el texto es un mosaico de agudas observaciones y de reflexión cultivada. Como las sesiones tuvieron lugar en la tarde y al inicio de lanoche, Freud utilizaba su estudio nocturno donde las persianas están cerradas permanentemente. Gayford posaba bajo una luz eléctrica y en un principio comparaba la experiencia de una visita a la barbería, pues, aunque era todo concentrado y alerta, lo único que tiene que hacer era responder a las pequeñas solicitudes del pintor. Pronto se dio cuenta de que el proceso era más complejo. Para comprender la topografía de un rostro, el artista tenía que verlo en movimiento, hablando, reaccionando. De ahí la necesidad de hablar.
Después de una sesión,a menudo cenaban en restaurantes. Freud continuaba a observar a su modelo. Gayford recogía detalles sobre la vida de Freud. Él es un excelente Boswell, extrayendo las ideas y pensamientos de este hombre anciano sobre alimentos, los viejos maestros, Picasso, DG Rossetti (“la pintura más cercana puede llegar al mal aliento”), la literatura, la creatividad, los delincuentes y su amistad con Francis Bacon.El libro captura algunos detalles fascinantes. Por ejemplo, fue Bacon quien le dijo a Freud de deshacerse de su hábito inicial de golpear a aquellos que le molestaban, sugiriéndole que en vez de pegarles los encantara. Y si bien Freud lamentó el efecto del alcohol sobre el carácter de Bacon, se mantuvo fiel a Nina Hamnett, otra “Sohoite”, que terminó con su vida a causa de la bebida. Freud fue con ella al hospital después de que cayó desde una ventana, y pagó su funeral.
Pero estas conversaciones dejan claro que la rebelde vida de Freud es una cosa del pasado. Ahora en sus 80 años, tiene aún más impulso que antes. Se preocupa por su salud, descansa por la tarde, bebe té verde. Ante el temor de que pueda haber ganado peso, le pide a Gayford de indicarle los lugares donde venden las básculas de baño, porque, como él explica, incluso algunos kilos extra pueden afectar a una persona que pasa todo el día trabajando de pie. Gayford describe a Freud en el estudio bailando hacia delante y hacia atrás entre el modelo y el caballete, con un trapo de un pintor que cuelga de su cinturón, murmurando constantemente y pensando con intensidad entre cada pincelada.
Desde el principio Gayford llevaba una bufanda azul real, sabiendo que podía representar un desafío importante ya que es un color que no aparece en ninguno de los anteriores trabajos de Freud. Observa con atención los tonos y matices que Freud utiliza y con atención registra como se va creciendo la imagen. Se desarrolla en parches, hay grandes áreas de color blanco que se dejan sin tocar hasta que la mayor parte de la cara está en su lugar. La bufanda, cuando por fin aparece, se funden en la arquitectura del conjunto, causando alteraciones en otros lugares de cuadro. Gayford comienza a anhelar la conclusión, pero Freud sigue estudiando, buscando nuevas posibilidades y formas para hacer que los gestos del rostro sean más animados.
Como género, el retrato es poco investigado, lamentablemente. Este libro no sólo ofrece una visión fresca de Freud, sino que también atrapa las tensiones y el drama inherente al mundodel retrato, su complejidad psicológica y la lenta recolección de información. Los retratos ya terminados tienen el don de devolver a los modelos una imagen que los valoriza, usando esa expresión concentrada que de cierta manera era hasta entonces invisible.
Fuente: The Guardian
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  1. Género artístico (del francés "genre": género, clase). Formas de existencia y desarrollo de las artes. El concepto de género artístico se formó en los siglos XV-XVI. En las distintas artes, existen diferentes criterios para dividirlas en géneros. Así, en la base de los géneros pictórico y de grabado, se encuentran facetas singulares de la multiplicidad estética del mundo real (géneros histórico, costumbrista, batallista; retrato, paisaje, naturaleza muerta, etc.); en la base de los géneros literarios, se encuentran el grado de profundidad de la penetración estética en los acontecimientos sujetos a reproducción, la magnitud de su vuelo espiritual: novela, novela corta, relato, narración, etc. El género artístico es una categoría histórica. En el decurso de la evolución artística, unos géneros desaparecen (por ejemplo, el mitólogico en pintura y escultura), otros surgen (como el histórico-revolucionario en las artes plásticas).[1]

    Contenido [ocultar]
    1 Géneros pictóricos
    2 Géneros literarios
    3 Géneros musicales
    4 Géneros cinematográficos
    5 Arquitectura
    6 Referencias
    7 Fuentes
    Géneros pictóricos

    Suelen ser clasificados de acuerdo a su contenido temático:

    retrato y autorretrato
    desnudo
    bodegón y vanidades
    paisaje y marina
    pintura de mitología
    pintura de historia
    pintura religiosa
    pintura de género, etc.
    Géneros literarios

    Género dramático
    Género lírico
    Género narrativo
    Género didáctico
    Géneros musicales

    Música culta
    Música popular
    Música tradicional
    Géneros cinematográficos

    Cine cómico
    comedia
    Cine del Oeste
    Cine negro
    El musical
    Terror
    Ciencia-ficción
    Melodrama
    Histórico
    Aventuras
    Documental
    Animación
    Arquitectura

    En arquitectura, en vez de géneros se habla de tipologías, que dependen de la configuración global, la técnica, la construcción y la decoración. Tenemos así tipologías como la iglesia, el palacio, el castillo, la vivienda, el rascacielos, la fábrica, etc.
    www.ecured.cu

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