martes, 15 de septiembre de 2009

RECUPERACION DE LA VOZ DE UN PUEBLO POR SU LITERATURA

Joyce fue un intelectual emigrado. En su exilio, se llevó consigo esa idea celta de que solo en la literatura es posible vislumbrar la conciencia de un pueblo."

En el Ulises se propuso escarbar en su mente de "Tercer Mundo"el idioma del forajido. El Ulises está construido mayormente en torno a monólogos, soliloquios y ensoñaciones."

Los irlandeses a fines del siglo XIX se habían vuelto uno de los pueblos más desarraigados, perdiendo su lengua nativa.

El proyecto de Joyce era describir el "día más cotidiano posible".El quería reafirmar la realidad del entorno cotidiano, reinventar la vida diaria como un aspecto capital de la experiencia.

En Dublines había descrito una Irlanda llena de ecos y sombras, un lugar de gestos copiados y heredados,cuyos habitantes se volvían hacia el exterior para servir a la autoridad situada en Londres.

Joyce vivió el trauma compartido ante la pérdida en casi toda Irlanda de la lengua nativa.

Un campesinado uraño que quedó tambaleando entre dos idiomas oficiales el irlandés y el inglés.Y este tema se manifiesta en los personajes de sus obras.

La muerte del lenguaje asume muchas formas y, una de ellas en Irlanda fue la pérdida de la lengua nativa."

A Joyce le afligía la idea de que Irlanda estaba sojuzgada, sencillamente porque los irlandeses estaban intrínsecamente sojuzgados.


A mi abuela Anita, que nació en Irlanda.

Fuentes: Declan Kiberd "La invención de Irlanda" Buenos Aires,Adriana Hidalgo editora.2006

1 comentario:

  1. El escritor James Joyce, irlandés de pura cepa, se aferró, sin embargo, al pasaporte británico hasta el final porque se sentía «asfixiado» en su país, según ha revelado su biógrafo, Gordon Bowker. En 1930, cuando tuvo que renovar su pasaporte en París, donde vivía, acudió a la embajada británica y un funcionario le dijo que debía ir a la legación de Irlanda, que había proclamado mientras tanto su independencia, pero él insistió en que quería renovar el británico, según relató él mismo a su hijo.

    El autor de «Ulises» se sentía «asfixiado por el catolicismo» de su patria, «su madre era una católica muy beata» y él mismo estudió en un colegio de jesuitas, pero cuando cumplió los dieciséis, «descubrió los deleites de la carne y también a Ibsen», explicó el biógrafo. El gran dramaturgo noruego le fascinó al punto de que Joyce, que tenía un don para las lenguas, aprendió por su cuenta ese idioma escandinavo para poder leer en el original al autor de «Casa de Muñecas».

    Joyce creía que los independentistas querían devolver al país al pasado
    Cuando estalló en 1919 la revolución antibritánica en Irlanda, Joyce no cambió de parecer, aunque era dublinés hasta la médula, porque él y su familia no eran «independentistas» sino «autonomistas» (partidarios del llamado Home Rule o autogobierno). Además de sus problemas con el catolicismo, Joyce creía que los independentistas querían devolver al país al pasado, entre otras cosas imponiendo al país el idioma irlandés o gaélico cuando él sentía que «su pasaporte al mundo» era el inglés, dijo su biógrafo.
    El biógrafo contó también que, después de salir el «Ulises» en París en 1922, su esposa, Nora, se sintió de pronto tan harta de las adulaciones a su marido, a quien todos querían conocer de pronto para rendirle pleitesía, que huyó con sus hijos a Irlanda para reunirse con su familia, pero se encontró en medio de la guerra civil. Los soldados irrumpieron en su hotel de Galway y colocaron incluso una ametralladora en la ventana de su habitación y cuando más tarde Nora se trasladó con sus hijos a Dublín para regresar a París, su tren fue tiroteado por el camino y todos tuvieron que hacer el resto del viaje tendidos en el suelo. Todo ello enfurecería al escritor cuando finalmente se enteró de lo ocurrido.
    www.abc.es

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